miércoles, enero 23, 2008

Análisis semiótico de la Carta robada

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana. Ahora con una análisis semiótico literario.
Análisis semiótico de Carta Robada Edgar Alan Poe
Por Magdalena Avila

El mundo de la actividad policial y detectivesca es el mundo de las huellas, de las pistas, de los indicios y de los interrogatorios. No creo que exista una práctica social con tal carga de formas sígnicas y procesos semióticos como esta de la que les hablo. A mí, en particular me gusta mucho el mundo de los escritores que lo reflejan, como lo es personaje ficticio de Sherlock Holmes. En especial Chesterton me gusta por su alta calidad literaria, por la belleza de sus imágenes y por su aportación semiológica. Y este gusto lo he tomado del cuento de Chesterton El agujero en el muro. Se los recomiendo, en otro momento les hablaré sobre él, su retórica y poética del padre.
Por lo pronto, les comento que cualquier ciencia no sólo se fundamenta en la elaboración conceptual, sino también en el acopio de materiales y de representaciones. Y en este sentido Chesterton y todos los escritores que reflejan el mundo de la actividad policial aportan representaciones de gran valor semiológico. Saber e imaginar, son dos palabras que están ligadas al pensamiento de los signos, a la semiótica, a la idea de quien mejor se puede imaginar lo que no se ha podido percibir. Es el que más sabe del hecho sobre el que se indaga. El cuento de Edgar Allan Poe titulado La Carta Robada, me indica que a su juicio Poe brinda claves parecidas a las planteadas por Chesterton en el cuento al que me referí en el párrafo anterior. Mis alumnos y yo hemos leído el cuento de Allan Poe. Este cuento se inicia con una sentencia de Séneca en latín, cuya traducción es la siguiente: lo que más odia la sabiduría es la inteligencia.
El cuento trata de un ministro que robó una carta a una personalidad de la realeza. La tarea del Prefecto de la policía era hallar esa carta, descubrir dónde la había escondido el ministro y hacerse con ella. El Prefecto le comentó a un tal Dupin, que será el encargado de resolver el caso, que había registrado la casa del ministro de arriba abajo y no había hallado la carta. La búsqueda fue muy minuciosa, e incluso hicieron uso de un microscopio. Registraron la casa, habitación por habitación y mueble por mueble. Pero no hubo manera de encontrar la carta comprometedora.
Sin embargo, Dupin halló la manera: En una miserable tarjetera de cartón que pendía de una cinta azul sobre la chimenea estaba la carta. La carta estaba a la vista de todos, no secretamente escondida, ni artificiosamente escondida. El juicio de valor de Dupin sobre el Prefecto fue el siguiente: "Continuamente se equivoca por exceso de profundidad o de superficialidad" y "El Prefecto y sus hombres se equivocan porque nunca toman en cuenta el tipo de inteligencia del adversario".
A mi juicio este cuento no trata de la relación entre saber e imaginar, sino de otras dos aspectos de gran importancia semiológica: por un lado, el exceso de profundidad y complejidad, que lleva al Prefecto a buscar en fondos ocultos lo que está en la superficie, y por otra parte, la importancia de la psicología en el conocimiento del otro. Cuanto más sepamos cómo es la persona sobre la que indagamos algún acontecimiento del que sea responsable, mejor sabremos cómo responderá ante determinadas situaciones. Con lo anterior, me parece importante comentar que no sabemos conocer a las personas con las que tratamos. Es posible que en la medida de nuestras conversaciones, de nuestras indagaciones, de su comportamiento y de su actitud, podamos hacernos una idea de cómo es la persona que tratamos. Las múltiples facetas de una persona nos podrá dar indicios, formas de ser y una percepción de su personalidad. La situaciones que se vivan con ella, las formas de tratar a otras personas, las respuestas que tenga para enfrentar la vida son formas de un conocimiento semiótico. Lo hacemos día con día, nadie nos había dicho que eso era parte de la semiótica. No son sólo partes, inductivas para conocer al otro.
Insisto que este mundo, el mundo de la actividad detectivesca, aporta muchos materiales para la semiótica. Y cuando disponemos de cuentos sobre ese mundo creados por escritores de la talla de Gilbert Keit Chesterton o Edgar Allan Poe, no sólo avanzamos en el conocimiento de los fenómenos semiológicos sino que además disfrutamos de una gran experiencia estética y literaria.Al respecto a lo que se plantea en el cuento de Edgar Allan Poe titulado “La carta robada”, en la parte dedicada a los matemáticos y a los poetas, sí se plantea la contradicción entre saber e imaginar, me mantengo en mis treces.
Y paso a detallar mi argumentación.
En tanto el sujeto que produce e interpreta los signos es un ser social dotado de conciencia, tanto la sociología como la psicología son esferas de saber necesarias para el semiólogo. También lo es para el policía: debe saber interpretar el comportamiento de los delincuentes de acuerdo a su psicología y de acuerdo a su extracción social.
Les recuerdo la esencia del cuento de Poe: Un ministro roba una carta a un miembro de la realeza, esa carta está dirigida a una noble dama con la que tiene un romance, y no quiere exponerla y el Prefecto de policía debe encontrarla. Se trata entonces de saber cómo se comportará el ministro en su tarea de esconder la carta para después saber cómo buscarla. Y a este respecto lo que argumenta Dupin, que será la persona que buscará la carta, es que el Prefecto se ha equivocado en la evaluación de la personalidad y comportamiento del ladrón.El Prefecto creía que el ministro era poeta y, por consiguiente, concluyó que era imbécil. Y como era imbécil, el Prefecto infirió que el ministro escondería la carta en los lugares más recónditos. Dupin considera que el Prefecto incurre en una non distributio medii al inferir que todos los poetas son imbéciles. Ahí tenemos un ejemplo de los prejuicios o bien del desconocimiento de las personas sobre la importancia de la poesía.
El amigo de Dupin, protagonista también del cuento, sale al paso diciendo que el ministro no era poeta sino matemático. Y a este respecto Dupin argumenta lo siguiente: como simple matemático, no habría razonado, y estaría a merced del Prefecto. De manera que Dupin no tiene en muy buen concepto a los matemáticos en el sentido de inteligencia para la vida social, compuesta de verdades concretas y no de verdades abstractas y generales como las de las matemáticas. En esta parte vemos también el descrédito que se tiene de las matemáticas no involucradas en la vida cotidiana.
Dupin da la pista de cómo es verdaderamente el ministro cuando dice: “Yo sabía, sin embargo, que era matemático y poeta, y me atuve a esa doble capacidad. Lo conocía como cortesano, también, y como un audaz intrigante”. Así nos damos con una idea más exacta de cómo era el ministro y qué comportamiento podíamos esperar de él. (También, la semiótica puede ser considerada una ciencia de la anticipación: en función de cómo es una persona, se pueden deducir cuáles son los signos corporales que lo identifican).
De manera que el ministro sabía que su casa iba a ser objeto de atracos y que la policía la registraría de abajo arriba. Así que puso la carta a la vista de todos. Insisto ahora en que Poe no plantea la contradicción entre ser poeta y ser matemático como la contradicción entre un ser imaginativo y un ser no imaginativo. Puesto que tanto la poesía como la matemática necesitan de la imaginación, aunque una imaginación basada en un extenso y fundamentado saber.Les comento, que podemos buscar textos de Lacan y con los planteamientos teóricos que él plantea tratemos de elaborar juicios al respecto, podemos identificar las conductas de los personajes, las personas y de los acontecimientos en la vida cotidiana para comprender los actos de las personas con las que nos relacionamos. ¿Y qué utilidad tiene todo esto para la Semiótica de la vida cotidiana? Pues sencillamente la utilidad que tiene la psicología para la semiótica: ayudarnos a representarnos de un modo más científico y riguroso la psicología del sujeto que produce e interpreta los signos.