lunes, junio 02, 2008

La importancia de las palabras.

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana.
De la maestra Magdalena Ávila Lara.

La importancia de escribir con acierto es el vínculo para lograr ascender en la comunicación y en el lenguaje. Lograr lo que necesitamos, que nos crean, que nos apoyen, que nos amen. Para ello es necesario que se escriba de manera correcta, que se diga de manera clara lo que se necesita y lo que se desea decir. Para documentar esta aportación, vean en youtube el siguiente corto metraje de un mexicano que así lo logró.
http://www.youtube.com/watch?v=2oFxi44IPR8&NR=1


La mayoría de los semiólogos, docentes, ideólogos e investigadores sociales aceptan la vinculación de las palabras con la ideología. Y sí eso es cierto. Yo misma he considerado que mi función como académica es vincular mis clases en la universidad, con el activismo a ser crítica de las realidades y una luchadora social. A partir de ese lenguaje es manifestar y crear consciencia sobre derechos humanos, sobre la equidad, sobre la aceptación a la diversidad y al mejoramiento social. Creo que la mayoría de los que leen este blog comparten esta idea. ¿Cómo entiendo yo esta vinculación? Del siguiente modo: se trata de examinar qué consecuencias sociales y políticas lleva aparejada defender determinadas ideas teóricas. En el mundo hay conflictos sociales y muchos de una gravedad extrema como para descuidar el emparentamiento de las ideas teóricas con las luchas sociales. Esa visión del mundo no la podemos dejar así. Sin hacer nada.
El movimiento filosófico postmoderno, del cual estoy muy distante, no sólo ha defendido la disolución de las diferencias sino la relativización de todo, incluida la verdad y la certeza. Así las cosas, la verdad y la certeza serían según los ojos con los que se miren. Para unos ojos EEUU estaría verdaderamente destruyendo al pueblo iraquí y para otros los estaría conduciendo por el camino de la democracia. De ahí que yo, en calidad de observadora social, me sitúo en contra de la disolución de las diferencias y en contra de la relativización absoluta.Yo no hablaba de palabras oscuras y de palabras claras, sino de ideas claras y de ideas oscuras. Adail piensa que las palabras son claras u oscuras dependiendo de quién las escuche o las use. Y eso genera diferencias sustanciales para entender la esencia de la verdad. No comparto este relativismo que hace del sujeto la clave de la oscuridad o de la claridad en las ideas.
Todos sabemos que quien se exprese con una buena sintaxis y usando las piezas léxicas más comunes, se hará entender con claridad. Por el contrario, quien se exprese con una mala sintaxis y emplee piezas léxicas que el propio emisor no domine, no se hará entender con claridad. No creo que sea difícil determinar quién habla de forma clara y quien lo hace de forma oscura.
En política, sobre todo entre los oportunistas de izquierda, se suele hablar de forma oscura, equívoca y ambigua. Porque sólo buscan acercarse a las forlas de poder. Con esa forma de hablar el oportunista de izquierda no aclara su posición ni el interés que defiende.
De manera que cuando los electores le dicen “es que usted dijo tal cosa”, él replicará que no pretendía decir eso sino otra cosa. Por lo tanto, el discurso oscuro, ambiguo y equívoco no sólo es un medio de ocultación de los verdaderos intereses de clase del político en cuestión, sino también un medio por el cual se puede interpretar lo que se quiera.Llego de este modo a la siguiente conclusión: defender que las palabras o los discursos son en sí mismos oscuros, equívocos y ambiguos es darle una oportunidad a los oportunistas de izquierda para ocultar sus verdaderos intereses. Llamo oportunista de izquierda a aquel político que militando originariamente en las filas de la izquierda termina pasándose a las filas de la derecha, argumentado que las diferencias entre la izquierda y la derecha ya no existen y actuando desde una falsa neutralidad.
Todo esto no implica que en determinados ámbitos, como podría ser este foro, la ambigüedad, la equivocidad o la oscuridad hayan de tener consecuencias éticas perjudiciales. Nada de lo que se dice puede tener valor absoluto, no hay idea que tenga validez para todas las ocasiones y para todos los lugares, siempre habría que analizar la situación concreta para saber si determinada idea es válida o no. De todos modos, sólo quería brindarles una pequeña reflexión semiótica sobre las relaciones entre discurso e ideología e incitarles al debate.