viernes, junio 26, 2009

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana de la maestra Magdalena Ávila Lara.
En esta entrega quiero manifestar que estas ideas salieron de la reflexión que tenemos con las mujeres de la casa de la mujer situada en la colonia Santa Ursula. Donde un grupo de mujeres y un hombre estamos contruyendo un espacio de conocimiento y de la lectura y donde llegamos a estas conclusiones.

Las palabras y la ideología
Por Magdalena Ávila Lara.

La mayoría de los semiólogos, docentes, ideólogos e investigadores sociales aceptan la vinculación de las palabras con la ideología. Y sí, eso es cierto. Yo misma he considerado que mi función como académica es vincular mis clases en la universidad, con el activismo a ser crítica de las realidades y una luchadora social. A partir de ese lenguaje es manifestar y crear consciencia sobre derechos humanos, sobre la equidad de género, sobre la aceptación a la diversidad y al mejoramiento social. Creo que la mayoría de los que leen este blog comparten esta idea.

¿Cómo entiendo yo esta vinculación de las palabras con la ideología? Del siguiente modo: se trata de examinar qué consecuencias sociales y políticas lleva aparejada defender determinadas ideas teóricas. Daré un ejemplo para comprender esta vinculación. En el Texto claves feministas para la negociación en el amor de la Doctora Marcela Lagarde, argumenta que se nos ha educado a que el amor es el motivo de la vida y el sentido de la existencia. Pero lo es mucho más para las mujeres que para los hombres, el amor es definitorio de su identidad de género. Para nosotras, el amor es la experiencia que nos define.

Nuestros ciclos de vida los vivimos como seres de amor para los otros, hemos sido construidas por una cultura que coloca el amor en el centro de nuestra identidad, de esa manera vivimos el amor como un mandato social. Luego entonces, en la teoría de género, esto significa, dice Lagarde, que vivimos el amor no por voluntad, sino como un deber. De ahí que el amor para las mujeres es un mandato cultural, no una opción de nuestra voluntad, se nos ha asignado, el deber social que se ha construido en cada mujer.

Para otros autores no feministas como José Ortega y Gasset, dice La doctora Largarde, el amor es una invención literaria, donde la literatura ha llenado de contenidos y de esa manera las mujeres hemos aprendido el amor de muchas maneras, y una de ellas es a través de la literatura. En esos contenidos vemos en el amor rasgos de generosidad y de vitalidad, lo anterior, conlleva a un mandato social muy tradicional. Ya que en los introyectos de las mujeres asumimos el amor como un mandato benevolente, generoso y que nos lleva a hacer el bien para los otros. Somos madres generosas, bienhechoras. Veamos mucho de esos contenidos en las canciones que han reivindicado a esas mujeres-madres, y que han sido tomados de la literatura y de la poesía hecha melodía. (Escuchemos canciones de los Panchos, Daniel Santos entre otros que cantan canciones reivindicatorias del amor materno a sus hijos y del amor materno para la pareja).

Pensemos también que a través de las palabras podemos entender cómo la ideología ha trasmitido hacia la sociedad varios conceptos que nos llevan a comportamientos sociales, tal es el caso de la vida tradicional y la moderna, misma que ha llevado a las mujeres a vivir en un conflicto interno profundo. Mover montañas por amor y que nuestros esfuerzos beneficien a otros y nuestra prioridad la dejemos en segundo término. En este sentido, vivimos en contradicción ya que las mujeres modernas experimentamos una identidad de libertad, pero también un mandato de amor para los otros y en esa libertad vivimos con una escisión vital.

¿Se preguntarán que es eso? Escisión Vital, este concepto dice, Lagarde, es un concepto que expresa la experiencia subjetiva y objetiva tanto intrasíquica como extrasíquica y social. Es decir, la experiencia del cómo hemos aprendido a amar, dentro de la familia, nuestra conformación personal de amar, cómo aprendimos a amar desde la experiencia que tuvimos con nuestra madre, nuestro padre (subjetiva) y cómo hemos aprendido a amar viendo en las películas de la época de oro del cine mexicano, cómo hemos descubierto a amar a través de Marga López y Pedro Infante, por citar una película de esa característica, recordemos a Un rincón cerca del cielo. (objetiva) Y desde el punto de vista social, veamos cómo nos hemos relacionado con nuestras parejas, nuestros hijos, cómo hemos descubierto el amor en nuestra adolescencia. Desde este punto de vista, vemos en nosotras mismas valores modernos de libertad para trabajar en lo que queramos, buscando nuestro propio destino laboral y amoroso, pero también nos vemos en los valores tradicionales, con mandatos de amor a los otros. Eso nos hace sentir una contradicción interna, eso es escisión vital, partición interna y nos duele, porque queremos amarnos a nostras mismas, pero primero están mis hijos, mi marido, mi pareja. Porque nos enseñaron a priorizar en los otros sin esperar nada. Y esa es una trampa ideológica que la cultura patriarcal introyectada en las mujeres como un mandato social, y ello lo hace a través de las palabras, priorizar a los demás en el amor. Luego entonces, el cambio interno y personal y, social que tenemos que dar también a partir de las palabras para que se asuma una resignificación o una deconstrucción, es la de priorizar en nosotras mismas en un cambio que tenemos que dar poco a poco como sociedad, ya que no sólo nosotras, también los hombres tienen que cambiar esa necesidad de priorizar su mandato de ser proveedores económicos a conformarse como proveedores emocionales.

Estas creencias coloca a las mujeres en una experiencia de no libertad, por que colocan en su centro de vida a los otros, desplazando la experiencia de vida subjetiva de la individualidad. Vivimos con mucha frecuencia las mujeres la experiencia de ser seres subordinadas a los demás, primero al padre, luego a la pareja y luego a los hijos. Seres habitadas por los otros y cuando no están con nosotras, percibimos el vacío en nuestras vidas. En la terapia con Valeria Rojo, aprendí esa nueva forma de ver la vida, centro de vida, ¿cuál es mi centro de vida? Yo misma, mis propios pensamientos, mis propias necesidades, mis propios sueños y mis propias metas. Ahí fue donde forjé mis estudios de maestría, mis profesionalización en la ciencia de la comunicación como prioridad, sin sentirme egoísta.

Cuando las mujeres colocamos a los demás como lo más importante que nosotras mismas, y lo vertimos en las palabras, la ideología patriarcal se sustenta, pensemos, si decimos. “Tu eres mi destino” “Sin ti Muero” el significado construido y que introyectamos es tú, la otredad, eres la sustancia de mi vida, mi vitalidad está en el otro y no en mi. Eso se conforma en la colonización, tomándola como la analogía de la colonización de México, podemos comprender que cuando se nos coloniza de manera amorosa, otro ser habita en nosotras mismas, Para seguir con la reflexión de la ideología y la palabras, recordemos esta canción “Ven Mi corazón te llama, ¡ay! desesperadamente, ven mi vida te reclama, ven que necesito verte, sé que volverás mañana, con la cruz de tu dolor ¡ay! mira qué forma de quererte, ven que necesito verte. ” Con estas palabras construimos una dominación ya que ejerce poderes en tus pensamientos, acciones y en nuestra libertad.

Con estas aseveraciones, la cosa no queda ahí, con la colonización sólo del otro en nosotras, sino que así como nos colonizan, nosotras colonizamos al otro (a). Hay un doble efecto ya que una mujer que es habitada por el otro aspita a habitar en el otro, colonizarlo. Su ideario de amor es el enajenado, es amor-dominación. Un amor patriarcal, que resulta funcional al mantenimiento de dominación de las mujeres por los hombres y viceversa en aspectos amorosos. Para contrarrestar estas actitudes y comportamientos sociales, dice Simone de Beauvoir, como anhelo de vivir, sólo se puede existir en la medida de la libertad, mientras las mujeres no hagamos de la libertad un valor amoroso, estaremos sujetas a otros o sujetaremos a otros o a otras. Nos dominarán y dominaremos.














jueves, mayo 07, 2009


Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana de la maestra Magdalena Ávila Lara. Profesora de la FCPyS de la UNAM, Universidad La Salle Pachuca y del CECC Pedregal.
A través de este nuevo proyecto profesional, donde voy como mediadora itinerante dando difusión sobre tópicos de género, cultura y semiótica a comunidades marginadas, vulnerables y deseosas de que les den información sobre cualquier situación de la vida cotidiana.

Cómo les prometí, aquí tienen un material sobre la Industria del sexo. Después de esta lectura semiótica, les pido vayan a la liga de youtube y busquen me llaman calle, princesas de Mano Chao, para que tengan un material completo de esta reflexión. Este documento intenta dar una visión de género con las mujeres que vemos en la calle y que son vulnerables a un fenómeno social, la industria del sexo y la trata de personas. Les pongo el enlace para aquellos que están aprendiendo el uso de las nuevas tecnologías.


Explotación sexual y trata de personas.
Control de lectura realizado por
Ávila Lara Ma. Magdalena.
Coalition. Tercera Sesión de la conferencia
De las partes de la convención de Naciones Unidas
Contra la delincuencia transnacional organizada
Octubre 2006.
Y
Guía Redactada por Mónica O´Connor en el marco
de un proyecto Coordinado por la Coalición
Contra el Tráfico de Mujeres.

En esta lectura nos explica el problema social de la industria del sexo, donde existe una demanda masculina y un factor importante de hombres prostituidores como agentes importantes que operan la trata, el tráfico y la explotación de mujeres, niñas y niños. En este contexto, la información que ofrecen los materiales en el diplomado nos muestran un fenómeno fundamental, la demanda, la cual, a veces es tomada como pretexto como para llamar a la explotación, “trabajo sexual” o bien a argumentar que “ciertas” mujeres tienen derecho a “prostituirse” defendiendo con esto los intereses de la industria del sexo. La desigualdad de género, la globalización, la pobreza, el racismo, la migración y la falta de estabilidad económica de las mujeres son factores globales que crean condiciones necesarias para que éstas acaben siendo explotadas por la industria del sexo.
La mayoría de las víctimas de la trata son mujeres y niñas procedentes de países en vías de desarrollo o con economías de transición. Las múltiples formas de discriminación y la situación de desigualdad, hacen especialmente vulnerables a las mujeres y niñas, favoreciendo su entrada a la prostitución. [1]
En el contexto de este material nos ofrece una guía para la promoción de medidas preventivas para combatir la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, con la cual ONGs como la Coalición contra el tráfico de mujeres (CATW) y El Lobby europeo de mujeres (LEM) desde 1988 han tenido una lucha activa al investigar y combatir la explotación sexual. En su lucha se ha logrado que en algunos países se adopte la legislación contra la trata como es el caso de Filipinas, Venezuela, México, Bangladesh, Japón, Suecia y EU.
La misión de estas ONGs y sus luchas es la de consolidar la igualdad entre hombres y mujeres, eliminando toda forma de discriminación, asegurando el respeto de sus derechos humanos y erradicar cualquier forma de violencia de género.
Los objetivos son la de sensibilizar sobre las causas originarias de la prostitución y de la trata de personas con fines de explotación sexual. Como una forma de combatir la trata y la prostitución se prevén acciones relativas a la condición de las mujeres en sus países de origen y medidas que favorezcan la igualdad entre hombres y mujeres como motor principal de los sistemas democráticos de esos Estados Nación.
Este fenómeno se percibe en todo el mundo, pero en los países de la comunidad Europea el fenómeno se ve con mayor frecuencias a través de los flujos migratorios, y con ello, se percibe también dentro de las causas, la condición de pobreza de los países expulsores de mujeres que no tienen oportunidades de formación y disponen de escasos ingresos y prestaciones sociales, con lo cual su vulnerabilidad es fehaciente para que caigan en las redes de prostitución. La pobreza crea y alimenta la trata, por lo que en el artículo se alienta a que se conozca esta situación que viven las mujeres como para que se conozcan los métodos que estos proxenetas utilizan para seducir y engañar a mujeres pobres que confían en ellos, y con eso, logran comercializarlas en el mercado del sexo.
Otra situación importante es la demanda, el que se trabaje en disminuir la demanda en los sectores de hombres que compran mujeres prostituidas como parte activa de la cadena de la trata, hará que la oferta también baje. En ese sentido, si la trata continúa, por consiguiente los derechos humanos de las mujeres prostituidas son vulnerados y la relación que existe entre la trata y la prostitución tiene que ver con una violencia contra las mujeres, niñas y niños, por lo que es necesario que los países se comprometan a protocolizar en el marco internacional, las sanciones contra proxenetas, explotadores y compradores. Situación que sigue en pie de lucha por ONGs comprometidas por los derechos humanos de las mujeres.
También en el caso de la legalización, tendríamos que preguntarnos lo siguiente; ¿Qué significado puede tener la legalización de la explotación sexual? Cuando se legaliza la prostitución y se despenaliza la industria del sexo, se legitima la explotación sexual. En este marco, el consumidor y cliente son formas simbólicas del abusador masculino, son autores de un delito ya que al prostituir y/o explotar está traficando con el cuerpo de otros seres como forma de ejercicio de poder.
El mercado del sexo se convierte en un sector clave del mercado mundial, ya que el incremento de mujeres explotadas[2] es enorme por que el comprador puede encontrar una oferta muy variada de niños, niñas, mujeres jóvenes o adultas, prostituidas o traficadas. Todas son víctimas de la industria legal o ilegal que operan en las calles, clubes, burdeles o lugares abiertos o cerrados, Shows, internet o SPAs. Al legalizar el sector sexual los “empresarios-propietarios” se convierten en dueños de las mujeres y de los espacios donde las comercializan. Ellos controlan el mercado y satisfacen la demanda, y además, se aseguran la rentabilidad al máximo de los beneficios. Son completamente insensibles ante la violencia ejercida contra sus víctimas. Sólo se preocupan de las medidas sanitarias ya que eso repercute en su negocio o en el suministro correcto de la mercancía.
La libre elección de las mujeres ante este fenómeno es un argumento engañoso, ya que el Estado legisla a favor del cliente y del operador como proxeneta o proveedor porque a través de la corrupción que opera en este negocio, se obtienen recursos para sostenerse en los grupos de poder, de esta manera, al discurso de la “libre elección” se le adjudica el calificativo de “Trabajo sexual” Cabe mencionar que este “trabajo” se rige bajo la incertidumbre y la explotación en ambientes de inseguridad y peligro constante de la vida de las víctimas.
En cuanto a los proveedores, pueden utilizar diversos métodos de engaño dependiendo del contexto nacional o internacional, el objetivo es el mismo, sacar provecho al máximo. En cambio para las víctimas, es devastador. Ya que viven en pleno siglo XX momentos de cautiverio y privación de sus garantías individuales.
Los cuerpos de las mujeres y niñas abastecen las más variadas situaciones sociales, económicas, políticos, culturales, raciales internos y/o personales, en todos los casos, convierten a las víctimas en presas fáciles de la industria del sexo. Los hombres compran cuerpos, vaginas, anos, bocas de mujeres y niñas para obtener placer sexual, utilizándolas como recipientes de una eyaculación y otra y otra y otra vez… la prostitución no es una forma de liberación sexual; es humillación; es tortura, es violación; es explotación sexual y así deberíamos conceptualizarla. Desde esta perspectiva los hombres que compran estos cuerpos son depredadores sexuales, auténticos violadores (Ekberg, 2002) Y ejercen violencia física y psicológica sobre mujeres, niñas y niños.

[1] Los estudios demuestran que las mujeres, niñas y niños que son explotados en la industria del sexo o que han sido traficados a otros países ajenos a su lugar de origen, han padecido privaciones económicas, sufrido de abuso sexual en su infancia, o bien son sobrevivientes de incesto, además de haber sido sometidas a través de agresión física. Las y los sin techo, las y los usuarios de los servicios sociales, o las y los drogodependientes, son fácilmente vulnerables a la prostitución.
[2] 80% de personas traficadas lo son con fines de explotación sexual. La mayoría son mujeres, niñas y niños (Naciones Unidas, 2003). Se estima que 120, 000 mujeres y niños son traficados anualmente hacia países de Europa Occidental, (Comisión Europea, 2001). El departamento de Estado Norteamericano considera que entre 600,000 y 800,000 personas son traficadas cada año dentro y a través de sus fronteras, de las cuales aproximadamente un 80% son mujeres y niñas y alrededor de un 50 % son menores de edad.(departamente de Estado de Estados Unidos, 2005).


martes, marzo 24, 2009

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana de la maestra Magdalena Ávila Lara.
Profesora Universitaria.
En esta entrega quiero manifestar la reflexión de una lectura, he aquí mi escrito para que lo cuestionen, en breve, les entrego uno material sobre el significado de la industria del sexo.


El arte feminista.
Ávila Lara Ma. Magdalena.
Pintura, el feminismo y la historia.
Griselda Pollock
En esta lectura, podemos reflexionar sobre dos significados que muestran dos concepciones del cuerpo visto desde el arte feminista. Para empezar preguntémonos ¿Quién no ha visto la pintura de mujeres desnudas en los cuadros de Goya, pensemos en dos de sus cuadros más famosos, obras maestras del Prado, son La maja desnuda (1800-1803) y La maja vestida (1800-1803). Del año 1800 son también La condesa de Chinchón (todas se encuentran en el Museo del Prado), y otro de los retratos más hermosos y delicados de la historia del arte es La familia de Carlos IV, donde se muestra a la familia real con una sencillez y honestidad muy apartadas de la habitual idealización.
Cuando en el arte, el cuerpo femenino desnudo posa ante la mirada de un hombre, el artista, estamos percibiendo al hombre y a la mujer dentro de una jerarquía social diferente. Hay una representación simbólica del espacio del arte, vemos al artista y a su modelo, la tela y todos los campos semánticos de esta relación del discurso modernista de la pintura. Hacemos de esta escena una vista “natural”. La hemos aceptado por convención social y la aceptación viene por las veces que la hemos admirado. La reflexión crítica desde el punto de vista semiótico se da cuando vemos la relación compleja entre la pintura, el arte, el feminismo e historia, porque la colocación de los significados nos brinda dos contradicciones de dos cuerpos: el cuerpo del pintor/hombre demostrando su habilidad e inteligencia, un cuerpo creativo masculino de la cultura dominante y el de la modelo/mujer pasiva, tendida sobre su dorso mostrando su belleza que va a ser plasmada en su femineidad, en su belleza, cosificada.
Si el cuerpo de la mujer blanca a través de la historia, ha quedado plasmado en objeto y se ha cotizado en la materialidad de la fantasía y del arte, podemos reflexionar sobre cómo ha quedado el cuerpo de la mujer negra, brutalizado y violado por el esclavismo y el racismo. Este cuerpo negro se ha convertido en un sitio crítico de opresión y explotación, el lugar de las violaciones sociales, del campo del placer y el deseo. Al comentar la siguiente reflexión, un par de alumnas de la Universidad La Salle de Pachuca, me comentaron que circula en el Vox populi que la mujer blanca también la exhiben en la revista para caballeros denominada Play Boy y los cuerpos desnudos de las mujeres de origen africano en el National Geographic. Con ello, el patriarcado en el arte ha significado heridas hacia la humanidad, pero sobre todo en las mujeres por que las ha mostrado dependiendo la identidad de clase, raza, género y sexualidad. Por otro lado, el cuerpo de la mujer blanca ha quedado también plasmado en la representación del espectáculo y, representado como el cuerpo-objetivizado, cosificado, presente en una cultura hegemónica, donde hay una producción creativa de la presencia del cuerpo blanco en las construcciones del arte, la publicidad y otros espacios semánticos. Esto implica estrategias hegemónicas para insistir en la visibilidad través de la figuración y producción de iconos, generando una imagen social y psíquica, política y metafórica de nosotras mismas. El cuerpo es en sí mismo un signo, un espacio, una cualidad inerte. Con el cuerpo transitamos durante nuestro ciclo de vida y en ese transcurrir de tiempo se va modificando de acuerdo a cómo lo tratamos y cómo lo cuidamos, además de cómo lo mostramos.
Esta forma de ver el cuerpo, sobre todo en la pintura, ha desarrollado a partir de los años sesentas presiones contradictorias que han dado forma al pensamiento y a la práctica cultural feminista occidental mediante la interpretación de una serie de imágenes de cuerpos de estudio. De esta manera, “pintar” se privilegia en el discurso modernista como la forma artística más ambiciosa y significativa debido a su combinación de gesto y trazo, que por metonimia aseguran la presencia del artista. Inscriben una subjetividad cuyo valor es, por inferencia visual y denominación cultural, la masculinidad. El sujeto, el pintor, encontrado a través de las huellas de su acción sobre la tela es un yo, imaginando capaz de expresarse plenamente, libre de división y articulación, que produce significado directamente sin mediación de símbolos ni de signos. Produce una obra maestra, desarrolla en ella un significado simbólico sobre el cuerpo de la mujer. Pensemos en el nacimiento de venus de Botticelli, una mujer emergiendo del mar en una concha.
La crítica al arte del desnudo femenino radica en que en otros tiempos históricos no se tenía un discurso con el cual formular preguntas para cuestionar sobre los por qué o para qués las mujeres posan desnudas y los hombres no, y mucho menos responderlas. El problema ahora es encontrar conceptos con qué analizar la especificidad de las mujeres como sujetos de un mundo social e histórico, sin confirmar que esa particularidad no es nada más la diferencia, es decir que las mujeres, son sólo mujeres.
Las mujeres comparten la fantasía del ser creativo, desean ese espacio privilegiado de libertad imaginaria llamado estudio. Pero en este sentido, la teoría feminista, problematiza las nociones de del yo, de mujer, de sujeto, sosteniendo que no se trata de esencias, sino de fuentes presociales de significado, y de intrincadas construcciones en el espacio social y psíquico. La teoría cultural feminista rechazó por completo la idea de que el arte fuera una suerte de espacio en blanco donde depositar significados a través de la mirada singular y del gesto de autoafirmación. Si reflexionamos desde el punto de vista de la tesis histórica y materialista veremos que las teorías afirmativas y expresivas del arte insisten en que los materiales del arte son sociales, parten del sistema de significación social e históricamente determinados. El arte no es el espacio privado de la significación que se genera a sí misma, es una forma de política textual. La práctica textual está constituida institucionalmente. En la teoría del arte modernista, como indican las imágenes antes discutidas (del artista y la modelo), privilegia el estudio como un espacio diferenciado donde se produce el arte y se relega a la galería o a la exposición, la publicación o la conferencia de arte a lugares secundarios de circulación y consumo, un acto de interpretación o utilización que llega después del acontecimiento creativo singular.
Desde el punto de vista de la teoría feminista indica que el estudio, la galería y el catálogo de la exposición no están separados, sino que forman momentos interdependientes del circuito cultural de la producción y el consumo capitalista. También son conjuntos que comparten elementos dentro del sistema de significación que colectivamente constituye el discurso del arte, estos espacios son parte de prácticas económicas, sociales, ideológicas que constituyen la formación social en su conjunto.
Desde esta perspectiva podemos también reflexionar sobre la intercomunicación que tiene el arte como texto y el arte como institución. Por una parte, el arte como texto que representa una expresión que denota y connota una significación, porque nos muestra a través de la pintura, la parte objetiva y la esencia de la vida misma vista con la mirada del pintor, la interpretación que hace y lo expresa y, por otra, la del arte como la institución que expone al texto con fines de interpretación social y que exhibe cuerpos de mujeres que ante la mirada de los asistentes, convencionalizan el usufructo de la mercancía que se exhibe.
Justifican al arte con fines políticos hegemónicos y del patriarcado. Ya que no se puede acusar sólo a las galerías de sexismo, sino que es necesario cuestionar sobre los efectos políticos de las imágenes del arte como presencia simbólica, como figuración del ser artístico. La socialidad del arte es la cuestión de las instituciones. Se acepta el arte femenino pero lo que hacen es degradarlo a un objeto.
Desde este punto de vista podemos seguir reflexionando sobre la sexualidad en el campo visual, la cual rebasa el simple reconocimiento de las figuras que intervienen en la formación de estereotipos de género. Y también se acepta que la parte voyerista, el narcisismo y el exhibicionismo se manifiesta en esta representación, el cuerpo de la mujer se perpetúa en los espacios de representación. Y casi nunca se presenta con mutilaciones, desintegraciones físicas. Siempre se mostrará el cuerpo estéticamente perfecto cuya belleza y armonía desplaza la amenaza de carencia. De ahí la aceptación de que el cuerpo de la mujer debe verse perfecto, presentarse ante el mundo de manera bella para que el hombre pueda eludir toda carencia. La posición de las mujeres, en este sentido, se somete a la fantasía y se acepta la economía de la visión de que el que mira es el hombre y la que es mirada es la mujer.
El cuerpo nunca es visto con las transformaciones que el tiempo le ha dado, el cuerpo viejo ya no es digno de pintarse. El cuerpo es visto sin vello púbico y sin indicación alguna de genitales, se oponía al silencio impuesto a las mujeres, en una metáfora se puede comentar que las mujeres sólo podían hablar en la pintura a través de sus labios genitales. El artista masculino expresó su arte con mujeres, veamos a Diego Rivera y sus torsos expresados de Dolores Olmedo junto a los alcatraces.
La sexualidad es una representación y el lenguaje visual de la pintura del arte lo expone de muy diversas maneras. La lectura que podemos hacer de estos frescos es mirarlos con detenimiento y que ellos mismos hablen y nos expliquen la promesa hacia la libertad de la modernidad, que vista desde estos ángulos, podemos observar y hacer crítica en la pintura, podemos descubrir las diversas formas de vida cotidiana que tenían las mujeres a través de los siglos. La historia del arte, mirada a través de los múltiples artistas nos permite hacer una crítica feminista del arte y descubrir un lenguaje simbólico, podemos encontrar la reclusión de las mujeres en el espacio privado, como es el caso de los cuerpos de las meninas. La violencia social o física que esos cuerpos han tenidos en sus vidas como es el caso de las dos fridas de Frida Khalo. “Pies para que los quiero si tengo alas para volar” dijo la artista. A través de la crítica feminista en el arte podemos hacer lecturas significativas.
Jurgen Habermas dice que la modernidad se especializa para que veamos en la vida social tres visiones importantes, la ciencia, es decir todo lo cuestionemos a partir de la razón que te da el conocimiento; la moral, podemos cuestionar sobre lo que es del bien o del mal, del deber ser; y la estética, también denominada filosofía o teoría del arte, relacionada con la esencia y la percepción de la belleza y la fealdad. La estética se ocupa también de la cuestión de si estas cualidades están de manera objetiva presentes en las cosas, a las que pueden calificar, o si existen sólo en la mente del individuo; por lo tanto, su finalidad es mostrar si los objetos son percibidos de un modo particular (el modo estético) o si los objetos tienen, en sí mismos, cualidades específicas o estéticas. La estética también se plantea si existe diferencia entre lo bello y lo sublime.
Hay mujeres que a través del arte se permitieron un poco de autonomía en el arte, de ahí la trascendencia de Frida Khalo, por que adoptaron en su vida ese espacio de libertad que les dio la pintura. Ahí se imaginaron libres en sus espacios, en sus estudios, ya que fuera de ellos volvían a ser mujeres olvidadas, soslayadas y no reconocidas en un ambiente dominante y culturalmente masculino.