viernes, junio 26, 2009

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana de la maestra Magdalena Ávila Lara.
En esta entrega quiero manifestar que estas ideas salieron de la reflexión que tenemos con las mujeres de la casa de la mujer situada en la colonia Santa Ursula. Donde un grupo de mujeres y un hombre estamos contruyendo un espacio de conocimiento y de la lectura y donde llegamos a estas conclusiones.

Las palabras y la ideología
Por Magdalena Ávila Lara.

La mayoría de los semiólogos, docentes, ideólogos e investigadores sociales aceptan la vinculación de las palabras con la ideología. Y sí, eso es cierto. Yo misma he considerado que mi función como académica es vincular mis clases en la universidad, con el activismo a ser crítica de las realidades y una luchadora social. A partir de ese lenguaje es manifestar y crear consciencia sobre derechos humanos, sobre la equidad de género, sobre la aceptación a la diversidad y al mejoramiento social. Creo que la mayoría de los que leen este blog comparten esta idea.

¿Cómo entiendo yo esta vinculación de las palabras con la ideología? Del siguiente modo: se trata de examinar qué consecuencias sociales y políticas lleva aparejada defender determinadas ideas teóricas. Daré un ejemplo para comprender esta vinculación. En el Texto claves feministas para la negociación en el amor de la Doctora Marcela Lagarde, argumenta que se nos ha educado a que el amor es el motivo de la vida y el sentido de la existencia. Pero lo es mucho más para las mujeres que para los hombres, el amor es definitorio de su identidad de género. Para nosotras, el amor es la experiencia que nos define.

Nuestros ciclos de vida los vivimos como seres de amor para los otros, hemos sido construidas por una cultura que coloca el amor en el centro de nuestra identidad, de esa manera vivimos el amor como un mandato social. Luego entonces, en la teoría de género, esto significa, dice Lagarde, que vivimos el amor no por voluntad, sino como un deber. De ahí que el amor para las mujeres es un mandato cultural, no una opción de nuestra voluntad, se nos ha asignado, el deber social que se ha construido en cada mujer.

Para otros autores no feministas como José Ortega y Gasset, dice La doctora Largarde, el amor es una invención literaria, donde la literatura ha llenado de contenidos y de esa manera las mujeres hemos aprendido el amor de muchas maneras, y una de ellas es a través de la literatura. En esos contenidos vemos en el amor rasgos de generosidad y de vitalidad, lo anterior, conlleva a un mandato social muy tradicional. Ya que en los introyectos de las mujeres asumimos el amor como un mandato benevolente, generoso y que nos lleva a hacer el bien para los otros. Somos madres generosas, bienhechoras. Veamos mucho de esos contenidos en las canciones que han reivindicado a esas mujeres-madres, y que han sido tomados de la literatura y de la poesía hecha melodía. (Escuchemos canciones de los Panchos, Daniel Santos entre otros que cantan canciones reivindicatorias del amor materno a sus hijos y del amor materno para la pareja).

Pensemos también que a través de las palabras podemos entender cómo la ideología ha trasmitido hacia la sociedad varios conceptos que nos llevan a comportamientos sociales, tal es el caso de la vida tradicional y la moderna, misma que ha llevado a las mujeres a vivir en un conflicto interno profundo. Mover montañas por amor y que nuestros esfuerzos beneficien a otros y nuestra prioridad la dejemos en segundo término. En este sentido, vivimos en contradicción ya que las mujeres modernas experimentamos una identidad de libertad, pero también un mandato de amor para los otros y en esa libertad vivimos con una escisión vital.

¿Se preguntarán que es eso? Escisión Vital, este concepto dice, Lagarde, es un concepto que expresa la experiencia subjetiva y objetiva tanto intrasíquica como extrasíquica y social. Es decir, la experiencia del cómo hemos aprendido a amar, dentro de la familia, nuestra conformación personal de amar, cómo aprendimos a amar desde la experiencia que tuvimos con nuestra madre, nuestro padre (subjetiva) y cómo hemos aprendido a amar viendo en las películas de la época de oro del cine mexicano, cómo hemos descubierto a amar a través de Marga López y Pedro Infante, por citar una película de esa característica, recordemos a Un rincón cerca del cielo. (objetiva) Y desde el punto de vista social, veamos cómo nos hemos relacionado con nuestras parejas, nuestros hijos, cómo hemos descubierto el amor en nuestra adolescencia. Desde este punto de vista, vemos en nosotras mismas valores modernos de libertad para trabajar en lo que queramos, buscando nuestro propio destino laboral y amoroso, pero también nos vemos en los valores tradicionales, con mandatos de amor a los otros. Eso nos hace sentir una contradicción interna, eso es escisión vital, partición interna y nos duele, porque queremos amarnos a nostras mismas, pero primero están mis hijos, mi marido, mi pareja. Porque nos enseñaron a priorizar en los otros sin esperar nada. Y esa es una trampa ideológica que la cultura patriarcal introyectada en las mujeres como un mandato social, y ello lo hace a través de las palabras, priorizar a los demás en el amor. Luego entonces, el cambio interno y personal y, social que tenemos que dar también a partir de las palabras para que se asuma una resignificación o una deconstrucción, es la de priorizar en nosotras mismas en un cambio que tenemos que dar poco a poco como sociedad, ya que no sólo nosotras, también los hombres tienen que cambiar esa necesidad de priorizar su mandato de ser proveedores económicos a conformarse como proveedores emocionales.

Estas creencias coloca a las mujeres en una experiencia de no libertad, por que colocan en su centro de vida a los otros, desplazando la experiencia de vida subjetiva de la individualidad. Vivimos con mucha frecuencia las mujeres la experiencia de ser seres subordinadas a los demás, primero al padre, luego a la pareja y luego a los hijos. Seres habitadas por los otros y cuando no están con nosotras, percibimos el vacío en nuestras vidas. En la terapia con Valeria Rojo, aprendí esa nueva forma de ver la vida, centro de vida, ¿cuál es mi centro de vida? Yo misma, mis propios pensamientos, mis propias necesidades, mis propios sueños y mis propias metas. Ahí fue donde forjé mis estudios de maestría, mis profesionalización en la ciencia de la comunicación como prioridad, sin sentirme egoísta.

Cuando las mujeres colocamos a los demás como lo más importante que nosotras mismas, y lo vertimos en las palabras, la ideología patriarcal se sustenta, pensemos, si decimos. “Tu eres mi destino” “Sin ti Muero” el significado construido y que introyectamos es tú, la otredad, eres la sustancia de mi vida, mi vitalidad está en el otro y no en mi. Eso se conforma en la colonización, tomándola como la analogía de la colonización de México, podemos comprender que cuando se nos coloniza de manera amorosa, otro ser habita en nosotras mismas, Para seguir con la reflexión de la ideología y la palabras, recordemos esta canción “Ven Mi corazón te llama, ¡ay! desesperadamente, ven mi vida te reclama, ven que necesito verte, sé que volverás mañana, con la cruz de tu dolor ¡ay! mira qué forma de quererte, ven que necesito verte. ” Con estas palabras construimos una dominación ya que ejerce poderes en tus pensamientos, acciones y en nuestra libertad.

Con estas aseveraciones, la cosa no queda ahí, con la colonización sólo del otro en nosotras, sino que así como nos colonizan, nosotras colonizamos al otro (a). Hay un doble efecto ya que una mujer que es habitada por el otro aspita a habitar en el otro, colonizarlo. Su ideario de amor es el enajenado, es amor-dominación. Un amor patriarcal, que resulta funcional al mantenimiento de dominación de las mujeres por los hombres y viceversa en aspectos amorosos. Para contrarrestar estas actitudes y comportamientos sociales, dice Simone de Beauvoir, como anhelo de vivir, sólo se puede existir en la medida de la libertad, mientras las mujeres no hagamos de la libertad un valor amoroso, estaremos sujetas a otros o sujetaremos a otros o a otras. Nos dominarán y dominaremos.