sábado, diciembre 29, 2007

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana de la profesora Magdalena Ávila.
Como les prometí ahí va la carta de un varón a otro varón. Con este material quiero que discutamos la importancia de las relaciones de género. No por que ahora ande con este discurso, sino por que es sintomático que las mujeres estamos aprendiendo a estar solas, como compañía. como formas de estar juntas, como forma de acceder a una compañía de fortalecimiento y sororidad. El día de ayer fuimos un grupo de SEIS mujeres ( Marcela, Guadalupe, Catalina, Sandra, Esther y Magdalena) a una cantina a escuchar, bailar y disfrutar música cubana. Y el Grupo Revelación, grupo de música de salsa que estaba por terminar su turno, cuando entramos todas nos pregunto ¿POR QUÉ TAN SOLITAS? o sea que seis mujeres que no traen a un varón con ellas, ¿nos hace invisibles? ¿Qué pasa con la sociedad? ¿Por qué los hombres han creído toda su vida que una mujer si no tiene un hombre a su lado, no es nadie. Cuando arremetimos contra el cantante y le dijimos que no estabamos solas, que andabamos seis mujeres juntas, él volvió a aseverar, si pero no traen a ningún hombre. Le volvimos a comentar que ahí en la cantina había muchos. Después de vernos bailar juntas, entre nosotras, el mismo cantante, nos volvió a comentar, bueno, ya nos dimos cuenta que no necesitan a los hombres. ¡Claro que SI LOS NECESITAMOS! Le respondimos. Pero como no era un lugar de conferencia para aclarar las situaciones de las necesidades entre hombres y mujeres, decidí, subir la carta de un varó a tro varón para que inicie la discusión. Qué les parece.

La presente carta fue editada por Sergio Sinay, pero mi hijo Ixem Rojo la capturó en su máquina para que los demás hombres la leyeran y por qué no comprendieran el significado que esto le causó y pudieran visualizar lo que algunos hombres están viviendo. Ahí les va el contenido.

Carta abierta de un varón a otro varón.

Segio Sinay.

La masculinidad tóxica.

Un paradigma que enferma a la

sociedad y amenaza a las personas.

Ediciones B Grupo Zeta.

Esta carta no puede tener otro destinatario que no fueras tú. Nadie podría entender mejor de lo que hablo, qué quiero decir. Querido Congénere, tú y yo, ambos varones, estamos en peligro de extinción. Así como nos mandaron a vivir nuestras vidas de hombres, así como nos mandaron a relacionarnos con las mujeres, con nuestros hijos, con las cosas, con los seres, con el mundo, así no va más.

Te quiero contar cosas que escucho, que siento, que pienso, que vivo y que veo, cosas que nos involucran y que, quizás, no ignoras y te preocupan tanto como a mí. Veo mujeres tristes, desalentadas, resignadas a no encontrarse emocionalmente con nosotros, a no contarnos como compañeros de vida, digo como verdaderos compañeros de vida, como hombres dispuestos a explorar con ellas los espacios desconocidos del afecto, a confiar en que nuestras diferencias nos enriquecerán, dispuestos a mirarlas con cariño, con ternura, con humor, además de con deseo. Veo mujeres que no nos entienden ni se sienten entendidas por nosotros, mujeres que han hecho hasta lo imposible por comunicarse (y debo decirte, querido congénere, que a menudo hacen de más, se ponen demasiado ansiosas, sofocan, se adelantan a nuestros tiempos). Han hecho hasta lo imposible guiadas por la mejor, la más amorosa de las intenciones. Y hoy a muchas las veo y escucho resignadas a convivir con hombres que siempre serán extraños y lejanos o, directamente, a prescindir de ellos. Muchas mujeres prefieren compartir su tiempo con otra u otras mujeres: reciben más afecto, más comprensión, más compañía (aunque le falte el tipo de compañía, comprensión y afecto masculinos, que tienen otra energía, otra vibración, no opuesta sino complementaria). Hay mujeres a las cuales empezamos (sólo empezamos) a resultarles prescindibles. Y si prescinden de nosotros, ellas estarán sin hombres, pero los que estaremos verdaderamente solos seremos nosotros, te lo aseguro. Nosotros, los varones sabemos muy poco, o nada, de estar solos, salvo en las trincheras o arriba de un ring. Y aún así, nos damos el dudoso lujo de aislarnos.

Por las dudas, te lo aclaro: cuando digo que las mujeres acabarán prefiriendo estar con mujeres, no hablo de sexo. Lo aclaro porque sé que los varones sabemos poco de intimidad, simplificamos y nos confundimos. Estarán juntas de un modo que nosotros no sabemos estar entre nosotros. A eso me refiero. Espero que entiendas. Y, si no, hermano, espero que empieces a aprender a entender.

Veo y oigo, también, a muchos hijos desalentados. Ya no hacen más esfuerzo por acercarse a sus padres, ya no esperan que sus padres se acerque a ellos, quiten el candado de la distancia emoción al, compartan sentimientos, sensaciones. Ya no esperan que sus padres se interesen de verdad por lo que ellos y ellas (hijo, hija) les pasa, ya no aspiran a ser revalidados por la amorosa y firme mirada paterna. No sé si te ocurre, no se si te ha tocado, pero he sido testigo u oyente de muchas palabras de hijos desalentados. Dicen cosas como “A mi viejo no vale la pena pedirle nada, nunca tiene tiempo, siempre esta ocupado”. O dicen: “me hubiera gustado verlo en la entrega de diplomas, me hubiese gustado que estuviera allí (y no en una reunión o jugando al tenis o llevando el coche al taller) el día que traje a mi novia por primera vez a casa “. O dicen: “Me gustaría no sentir ese silencio incómodo cuando nos quedamos solos. Me gustaría que me mires a los ojos cuando me habla. Me gustaría que no opine sobre todo lo que le digo. Me gustaría que me escuche sin juzgarme. Me gustaría que alguna vez me prohíba algo y me lo explique, así puedo aprender. Me gustaría que no me trate como a un amigo, que no se haga el pendejo, que no me robe mi manera de hablar; necesito sentir que es mayor que yo, que tiene otra experiencia, que sabe cosas que no sé, que podré confiar en él si me pierdo. Y así, con un padre pendejo, no puedo. Y paso vergüenza ante mis amigos, porque encima no funciona como pendejo”.

Muchos de esos hijos, hermano varón, ya no buscan a sus papás, se han resignado a perderlos emocionalmente o a tenerlos sólo como proveedores. Y eligen como confidente a su mamá. Ella que nunca fue varón, que no siente como varón que carece de experiencia de varón, tiene que explicarles desde que hacer con una chica (¡yo tampoco lo creía hasta que fui testigo varias veces!), hasta cómo enfrentar una situación temida. Para esos hijos pronto seremos prescindibles. Ellos se quedarán, funcionalmente, sin padre, les será doloroso, pero seguirán adelante con su vida, aprenderán a ser hombres de alguna manera, acaso sean buenos hombres. Los que nos vamos a quedar de veras solos somos nosotros.

No sé si te pasa, no sé si lo sientes, observo cada vez más hombres que desconfían de otros hombres, que los ven como enemigos, como obstáculos, o a lo sumo los ven como instrumentos, como medios. “este tipo me sirve o me sirve, lo tengo que cuidar o lo tengo que cargar.” Escucho eso, lo escucho con una frecuencia que me alarma. Pasa en las empresas, en la política, en la vida social, en los clubes, en las agrupaciones profesionales. Veo cada vez más hombres enceguecidos por la ambición, a los que no les importa qué precio (moral, en salud, en dinero, o reputación) hay que pagar para tener. Tener, ésa es la palabra, hermano varón. Tener poder, mujeres, plata, casas, cosas (no importa qué cosas: cosas). Cuando hay tan poca solidaridad, tan poca empatía, tan poca camaradería entre varones estamos mal, hermano varón. Nos quedamos solos, solos entre nosotros, solos y en guardia, solos y enfermos.

Cada vez más hombres deprimidos, hombres que no duermen, hombres que parecen pastilleros ambulantes (viagra, alopidol, alplax, clorazepán, ansiolíticos, sedantes, antiácidos, antiflamatorios, analgésicos, farmacias que caminan), hombres que desoyen todos los síntomas con que sus cuerpos les hablan, hombres con dolores, con malestares físicos o emocionales a los que prefieren no atender. Morimos antes de tiempo o llegamos estropeados a nuestra vejez. Necesitamos, para nosotros y para otros, llegar vivos a la hora de nuestro final, con capacidad para convertir nuestras experiencias en la sabiduría y para hacer de nuestra sabiduría y para hacer de nuestros afectos y nuestro mundo. Pero la gran mayoría de nosotros estamos llegando vacíos, sin nada para transmitir, habiendo acumulado vivencias como quien junta fotos, pero sin haberlas transformado en algo trascendente.

Así no va más, hermano varón, querido congénere. Con nuestra violencia, con nuestra ausencia de perdón, de comprensión, de flexibilidad, estamos destruyendo el mundo. Digo nosotros, digo los varones, no es un “nosotros” abstracto. Digo los hombres (no digo la “humanidad”), los que tenemos pito y voces gruesas y pelos en todas partes (a veces, no en la cabeza). ¿Se entiende, muchacho? Digo que los varones, con nuestro maldito lado machista, ya hemos hecho daño a nosotros. Así no va.

Seremos prescindibles para las mujeres. ¿Quién nos hizo creer que estarán siempre a nuestros pies, muertas por nuestros pitos? Seremos prescindibles para nuestros hijos. La paternidad biológica es solo un dato, un accidente, hay que darle sentido, llenarla de contenido. Prescindimos entre nosotros el uno del otro, apenas nos usamos. Así no se construyen vínculos fraternales y fecundos. Ya hay mujeres (narcisistas si quieres, egoístas si te parece, estoy de acuerdo) que nos usan de padrillos, a veces sin que lo sepamos, para tener hijos y liberarse de tener maridos. Ya hay fecundación in Vitro. Y si la clonación avanza (Dios no permitirá que esos locos omnipotentes lleguen a cumplir, invocando a la ciencia, sus sueños demenciales) bastara con una célula materna para crear un hijo. Y no seremos necesarios ni como sementales. Será el ominoso final de un modelo que nos hizo creer invulnerables, poderosos y ganadores. ¿Qué ganábamos, querido congénere?

¿De veras no estas un poco harto de tener que demostrar todo el tiempo que tienes huevos? ¿Que quiere decir tener huevos? No es algo que elegiste, no es algo que se logra con esfuerzo, con aplicación, con creatividad. Terminémosla con los huevos. La mayoría de nosotros (la penosa inmensa mayoría) ni siquiera sabe qué función cumplen los testículos en nuestro organismo.

¿De veras no estás harto de demostrar tu aguante, de mancártela solo? También los burros tienen mucho aguante. Y los bueyes. ¿Hay algo más por lo que te destaques? ¿Algo propio, generado desde tu corazón? ¿De veras no estas harto de tener que demostrarles a las mujeres el largo y el grosor de tu pene, de tratar de batir record cuando estás con ellas? ¿No estas harto de ir a la cama con pavor de que tú arma tenga la pólvora mojada? ¿No estas harto de negarlo, lo vas a negar ahora una vez más? Yo soy como tú, de manera que aquí puedes ahorrártelo. Y, de paso, ¿no te gustaría saber un poco más de cómo sienten sexualmente las mujeres, de que les gusta, de que esperan de ti antes de que empieces con tu exhibición y la dejes afuera? ¿No crees que puedes llevarte alguna grata sorpresa al averiguarlo? ¿O para ti no hay nada que aprender? ¿Dónde aprendiste tanto? ¿Te lo enseño tu papá, o algún hombre mayor sabio, cariñoso, afectuoso y comprensivo? ¿O lo aprendiste de oídas? ¿O pagando a una mujer de la cual no recordaras el rostro? ¿De veras no estás harto? ¿De veras no estas harto de mirar de reojo el auto del tipo de alado, y si es más nuevo o potente que el tuyo, salir corriendo a cambiar tu coche para que no crean que eres pobre o que tienes menos poder, o que la tienes más corta? ¿De veras no estas harto de hablar sólo de lo bien que te va, de callarte los dolores, las dudas, las vergüenzas, las dudas? Digo, ¿no estas harto de aparentar, de competir aún de palabras, de tapar de disimular?

¿De veras no estas harto de tanto chiste machista, de tanto infantilismo acumulado, de tanta simpleza intelectual, de tanto desprecio por las mujeres, por los homosexuales, por los hombres que apuestan a otra vida y a otros vínculos sin que pierdan por eso ni una gota de testosterona? ¿No estas harto, eso quiero decir, de vivir con el culo apretado por el miedo, por el pánico a lo diferente?

¿No estas harto de justificar de justificar guerras, matanzas y destrucciones en nombre de la política? ¿No estas harto de callar, por miedo a que te llamen tonto, ingenuo o maricón, tu oposición a la muerte de quien sea, de un ruso, de un indio, de un paquistaní, de una mujer, de un chico (de miles y miles de chicos), no estas harto de tu propio silencio e inacción?

¿No estas harto de tener solo cuatro o cinco temas de conversación (mujeres, política, fútbol, economía, tecnología), temas seguros, donde nunca arriesgaras nada personal, temas protegidos, temas que, a fuerza de ser los únicos, te alejan de otros temas, de otra gente, del corazón de otra gente(mujeres, hijos, amigos, nuevos seres a conocer) y de tu propio corazón?

¿No estas harto de ser un eterno adolescente, alguien que se niega a entrar en la etapas evolutivas de la vida, alguien que se convierte, mientras pasan los años, en la patética caricatura de púber y que, por muy macho que se diga, no tiene coraje ( o huevos, como te gusta decir) para emprender la aventura espiritual, emocional y cósmica de convertirse en un hombre de verdad, un hombre de los que el mundo, y las mujeres, y nuestros hijos, y los otros amigos, necesitan?

Si no estas harto, acaso cuando lo estés ya sea tarde, ya estarás definitivamente solo, ya será absoluta e irreversiblemente prescindible. Si no estas harto, formas parte de una especie en extinción. También los dinosaurios lo eran, aunque no lo supieran, cuando parecían enormes y poderosos. Formas parte de una especie en extinción y no habrá una ONG que este dispuesta a descartarte otras especies serán prioritarias. Especies que no depredan, que no discriminan, que no asesinan masivamente entre si, que equilibran el universo.

Si estas harto, el momento de cambiar es ahora. No hay excusas, no hay peros. Así, no va más. Me dirás que sí va, que mire quienes están al frente de las empresas ,quienes rigen el deporte quienes manejan las finanzas, quienes son los economistas que ven números no personas, quienes inventan cada día una guerra para seguir vendiendo armas y robando petróleo mientras invocan causas inexistentes, quienes mandan a morir a los hijos de otros, quienes intoxican a nuestros hijos con comida chatarra, televisión chatarra, juguetes chatarra, ideas chatarra, quíenes nos hacen creer que moriremos si no tenemos un auto, un plasma, una computadora de altísima generación, que seremos poca cosa sin una zapatilla que hasta marca nuestras pulsaciones, quienes manipulan nuestra salud desde las corporaciones farmacéuticas. Miro y veo. Son hombres insalubres, inoculados e inoculadores de un paradigma toxico. Y son mayoría. Es cierto. Pero te repito. También los dinosaurios parecían invulnerables cuando, aunque ellos no lo supieran, ya estaban en extinción. Y, de paso, pido perdón a los dinosaurios por la comparación. Estos hombres no son inocentes como eran ellos. Son imputables. A esta altura de la historia de la historia, de las comunicaciones, de la sociología, de la psicología, de la información y del conocimiento, son imputables. No podrán decir que no sabían. En todo caso que diga que les gustaba y le creeremos. No podrán decir que cumplían mandatos. La civilización ha vivido cosas que impiden aceptar esa excusa.

Por eso digo, hermano varón, que si estas harto sólo te queda el camino de empezar a cambian tus conductas. No tus palabras, no basta con que cambies de discurso. Hay que transformar las acciones, las actitudes, los hechos. Y también las palabras. Quedarte en el discurso te hará imputable. El tiempo es ahora. El lugar es tu casa, tu trabajo, el espacio que compartes con tu mujer(o con las mujeres), con tus hijos con otros hombres que ves. Los varones somos, con el paradigma masculino hegemónico hoy vigente, una especie en peligro de extinción. Y esos tipos son los responsables. ¿querés ser como ellos? Yo no.

Me preguntarás desde dónde hablo, qué derechos me arrogo. Cuál es mi púlpito. Me identifico. Soy un varón de este mundo, de este tiempo. Un marido, un padre, un profesor. Un hombre que ha vivido ya más de la mitad de su vida y ha experimentado todos los mandatos del paradigma. Que hace tiempo ya no quiere más de eso.

Soy un hombre harto de estos hombres. Un hombre que tiene con ellos una cuestión personal, porque degradan mi sexo. Soy un hombre al que le duelen los tiempos que vive. Un hombre que tiene la vista de un mundo compasivo y fraternal, inclusivo, enriquecido por la diversidad, fecundo. Un hombre harto que sospecha no ser el único hombre harto.

Si también estás harto, nos encontraremos en el camino.

Hasta entonces, un abrazo fraterno.

domingo, noviembre 11, 2007

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana.
Después de una lectura semiológica y reflexiva frente al grupo de la Maestría en Diseño Gráfico Estratégico de la Universidad Vasco de Quiroga en Morelia Michoacán. De la carta de un varón a otro varón, que en breve comentaré, subo este material para abrir discusión.


La semántica cultural de la palabra éxito.

Para semiótica de la vida cotidiana.

Por Magdalena Ávila.

11 de Noviembre de 2007

Cuando preguntamos a diversas personas cuál es el sentido de la palabra éxito podemos identificar múltiples significados y puntualizar que éxito para hombres es concebido de manera diferente que para las mujeres. Ahí podemos descubrir una de las violencias más significativas que proviene de la forma de concebir la palabra éxito y que marca diferencias en los valores humanos que sustentan dicha concepción. Es decir, la cultura ha significado el éxito de manera diferente entre hombres y mujeres y con ello generar violencia simbólica al interior de los hogares y en las comunidades sociales. Ya que en estos estratos se adoptan sistemas políticos y económicos carentes de solidaridad, favorecedores de discriminación y perpetuadores de jerarquías. El sistema patriarcal legitima estas creencias al sustentarlas como “naturales”.

En las clases medias, es natural que los hombres desarrollen su intelecto mientras una “buena” mujer los apoya desde la privacidad de su casa, eduque a los hijos y construya a partir del trabajo doméstico un espacio adecuado para reproducir la fuerza de trabajo intelectual del marido y los hijos. Con todas estas acciones, las mujeres están siendo solidarias con sus parejas para que logren el éxito. En cambio, la sociedad patriarcal presiona de manera tajante a los hombres para que demuestren su éxito a partir de su potencialidad intelectual, empresarial y sexual, se trata de una lógica tendenciosa que atrapa a los varones a luchar por ser poderosos y protagonistas en espacios públicos. Por llegar a ser el jefe, el director o gerente a expensas de su tiempo productivo intelectual. Expropiándole tiempo emocional que puede brindar a su núcleo familiar. Algunas Mujeres dicen, “es que trabaja tanto, es un buen padre, que no tiene tiempo para estar con la familia” Cuántos hombres no llevan el trabajo a casa, para conseguir el aumento o la concesión de un nuevo proyecto productivo que se convierte en el éxito económico.

A los hombres, la sociedad los presiona de manera brusca para acumular una economía que los haga los mejores proveedores, los mejores amantes sexuales con una o varias mujeres y con ello demostrar su virilidad. Esta seducción cobra altísimos costos y les impide darse cuenta que no es cierto que el fracaso signifique impotencia y que el éxito no hace a la masculinidad.

Por su parte, las mujeres denuncian la competitividad a ultranza, la insalubridad en las relaciones humanas y la erradicación total de los afectos en los vínculos amorosos. La palabra éxito como acción, fomenta el individualismo de los hombres a expensas de la solidaridad de las mujeres. Hay que recordar que el camino al éxito es un camino de obstáculos que tenemos que librar y que el abordaje nos obliga a elegir diversas alternativas de acción.

El exitismo cuenta con estragos tan severos como lo son la salud psíquica y física, la superficialidad de optar por lo material, el infantilismo ilusorio de creer que el éxito es un pasaporte a la inmortalidad.

Para las mujeres, los significados del éxito son tan variados como contradictorios algunos de los ejemplos son, desarrollar su profesión, alcanzar una remuneración económica acorde con el prestigio profesional adquirido, vencer dificultades personales para alguna actividad específica, manejar una computadora, manejar un auto o dominar un idioma, adelgazar unos kilos, ser testigos de la realización de los hijos o de los progresos laborales del marido, mantener la armonía del hogar, ofrecer un rica comida en algún evento familiar, o terminar una carrera profesional que luego se subordina a la maternidad, concretar un viaje sin la compañía del marido, luego de 15 años de matrimonio. Si revisamos estos significados tiene que ver con cumplir objetivos. Nada que ver con la realización de haber salido a la esfera pública, los objetivos exitosos de las mujeres que explicamos pertenecen al ámbito privado.

Si buscamos el significado etimológico de la palabra éxito, nos ayuda a esclarecer su contenido, proviene del latín exitus, que significa resultado, y que a su vez proviene de exire que significa salida. La etimología nos remite a los resultados obtenidos de salir. Así, el haber superado una inhibición puede considerarse un éxito personal, la acción del éxito está conectada con la acción de salir al exterior como es el caso del éxito de los hombres. Ellos tienen un espacio público donde con frecuencia asumen el éxito en cualquiera de sus formas.

En el caso de las mujeres está conectado con el ser feliz, por que se tienen logros que acumulan felicidad y cuando el éxito les viene de afuera, después de haberse exhibido o protagonizado una acción que conllevó al éxito, lo viven de manera atemorizante, o como una amenaza. En este sentido, en el ámbito público se discrimina a la mujer por haber logrado un peldaño y se le sitúa con el haber prostituido su logro. ¿Tendrá esto algo que ver con las luchas de poder en el PRD, entre Noroña y Ruth Zavaleta?

El éxito en las mujeres tiene que ver también con el “techo de cristal” Clara Coria y Mabel Burín, lo definen como ese techo que al alcanzarlo no se puede traspasar, no se pretende alcanzar o no se quiere traspasar por los fantasmas femeninos de los arquetipos sociales. Uno de los temores al éxito sobre todo en mujeres, es el costo excesivo que se tiene que pagar, como lo es la soledad, la envidia, propia y ajena, que el éxito genera. Temor por la pretensión de exhibición y excitación que provoca el éxito y por consiguiente temor a la infelicidad. ¿El éxito hace desgraciada a la gente? Será ese otro fantasma que ronda. Lo podemos visualizar en algunos suicidios reconocidos en mujeres, como lo es el caso de María Antonieta Rivas Mercado, Marilin Monroe, Rosario Castellanos. ¿El éxito será un personaje apocalíptico que siembra pesares? Un temor reconocido en las mujeres es el quedarse “solas” sin el hombre con el que comparten su vida, ya que estos hombres se resisten a aceptar los anhelos de desarrollo personal de mujeres exitosas. ¿Alguien conoce o sabe quién es el marido de María de los Ángeles Moreno, Dulce María Sauri, Amalia García. Estos hombres si existen están en el anonimato, no en la escena pública con ellas. Como lo es el caso de Felipe Calderón, siempre a su lado su esposa repartiendo víveres a los damnificados en Tabasco.

Para los hombres el éxito les hace la vida más placentera, les amplía la posibilidad de rodearse de mujeres más jóvenes que ellos, atractivas, y seductoramente sensibles. El éxito lo asumen con el reconocimiento social, confort económico y la obtención de cuotas de poder en varios ámbitos. ¿Qué mujer no quiere encontrar a un hombre rico en la vida? La felicidad y el éxito se relacionan pero no son lo mismo, no significan lo mismo. Las mujeres que buscan hombres así, tienen la posibilidad de mantener el entusiasmo y vivir con plenitud sólo un tiempo, ya que éste es implacable. El tiempo hace que la tersura de la piel, se pierda, que el atractivo de la juventud disminuya y que la madre se convierta en un objeto prescindible, y que la mujer objeto se descarte, y que la mujer esclava baje su rendimiento por la edad.

Debido a lo anterior, es “natural” que las mujeres se circunscriban a sus roles afectivos y domésticos, así también, que estén al servicio del varón. Estos estereotipos se reproducen en clases pudientes o no pudientes, en las zonas urbanas o rurales, ciudades grandes y pequeñas.

En este mismo contexto, también, podemos encontrar forcejeos mutuos que hacen que hombres y mujeres dialoguen en la búsqueda del éxito personal. En donde se empiece a reacomodar los valores significantes de los éxitos, de las acciones y actitudes profundas. Vale decir que estos cambios entre hombres y mujeres se viven como crisis, luchas de poder o de sexos, los hemos visto desde los años sesenta, setenta u ochentas. En donde las parejas que han sobrevivido a estos cambios y que han reconsiderado nuevas formas de convivencia, han salido fortalecidos, en varios aspectos que van de lo económico a lo social. En los casos que no se han superado las crisis, vemos estadísticamente el incremento de divorcios preponderantemente promovidos por las mujeres, en donde la causal es la incompatibilidad de caracteres, como una muestra de cubrir con una mascara, la terrible desigualdad y la lucha de poder. La esencia del conflicto es no hacer implícito el éxito de ambos en la eterna negociación y aceptación de consecuencias. Es escribir contratos simbólicos y con cláusulas en letra chiquita.

Ya percibimos en la cotidianidad algunas parejas que viven con cambios sociales y democráticos bien definidos, parejas que viven el amor como una experiencia que no da privilegios de posesión, donde se valoriza la coherencia y se hacen las “cuentas claras” hombres y mujeres convencidos de una sociedad afectiva, hombres comprometidos a no exhibir su potencia y se animan a mostrar sus debilidades para recibir apoyo. Son hombres que aman a las mujeres por ser ellas, y no las reducen a sus roles significantes de madres, objetos, “esclavas” o “niñitas inmaduras”

En el caso del fantasma de la soledad cuando se tiene éxito, este es un mito, ya que la soledad no se reduce a la presencia física. Hay personas que están acompañadas y sienten soledad en compañía, así como hay personas que viven solas y se sienten muy acompañadas. Ni una afirmación ni la otra son concluyentes.

Para el caso de este artículo, es necesario considerar los aportes que te da la interpretación semiótica que se hace de la palabra éxito y de sus implicaciones en la vida cotidiana de hombres y mujeres, la resemantización en los hechos sociales, es decir, el cambio de significación social que se hace del éxito, es cambiar actitudes y descartar los mitos que alrededor de esta palabra se dan, ya que son necesarios, de no hacerlo persistirán no nada más los fantasmas femeninos, sino los masculinos también. ¿Qué puede hacer la semiótica de la publicidad en todo este campo? Bueno, pues resemantizar los campos semióticos en los mensajes que emitimos de marcas y productos, consolidar la creatividad publicitaria a los nuevos modelos que la sociedad ya está percibiendo. Ya que de no hacerlo los teórico de la comunicación, dirán que los publicistas están consolidando los poderes hegemónicos de los hombres a través de sus mensajes, que están sosteniendo los privilegios de los que gozan y que ejercen el poder sobre la otra mitad de la humanidad.

sábado, octubre 20, 2007

La metodología semiótica

Bienvenidos al blog Semi?tica de la vida cotidiana.

La sororidad ente mujeres es formidable, en los primeros días del mes de octubre del 2007, un grupo de mujeres se dieron la tarea de buscar entre las cosas que ya no usan, y que están en buen estado, ropa, zapatos objetos diversos, como planchas, cafeteras, hornos de microondas etc, para venderlos. ¿Cuál puede ser la razón de apoyo mutuo entre mujeres? si las mujeres juntas ni difuntas, si la sociedad ha logrado enemistarlas a tal grado que se agredan la suegra y la nuera, o haya rivalidad entre la esposa actual y la anterior. La sociedad sobre todo patriarcal, ha logrado permear una enemistad entre mujeres, lo anterior, para que no se encuentren y luchen juntas por resolver situaciones difíciles en la vida. En la fotografía que se mira, cualquiera diría es una foto "normal" de un día de venta en algún tianguis de la ciudad de México. La mirada semiótica, ve más allá, busca el trasfondo de la imagen y recupera el testimonio del por qué la venta.

Las mujeres ahí expuestas ante el público de la Internet, son académicas de la UNAM, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, otras profesionistas de áreas afines, que dan su tiempo del domingo y que están vendiendo ropa para una causa común. Reunir dinero para una amiga que tiene cáncer y que no tiene trabajo. Por que en esta sociedad globalizada, el trabajo ha sido impuesto bajo la tutela de los honorarios por hora, no hay seguro social para este tipo de trabajos y ante la situación apremiante de dar quimioterapia, se recurre la sororidad entre las mujeres que están apoyando una causa justa, humana y solidaria.

Así que bajo la mirada de una lectura diferente de la fotografía y con la justa dimensión de conocer el contexto, la connotación de la foto es diferente. Es posible que la fotografía no tenga ningún otro recurso, que no impacte el detalle de la cotidianidad. Pero con los referentes enunciados por una servidora, elevan la justa dimensión de la palabra sororidad entre mujeres.

martes, mayo 08, 2007

Bienvenidos al blog Semiótica de la vida cotidiana
SEMIOTICA DE LA VIDA COTIDIANA
Por María Magdalena Ávila Lara.
Ponencia para el XIX Encuentro de la AMIC 30 abril 4 de mayo de 2007.
Inscribir en el Grupo 7. Discurso, semiótica y lenguaje

Resumen
La semiótica de la vida cotidiana es una parte de la semiótica de la acción, donde el área cognitiva de reflexión tiene un papel importante en la significación, cada uno de nosotros significa su quehacer cotidiano de acuerdo a los referentes construidos en su historia personal. Es desarticular los simulacros que armamos en la vida cotidiana, es darles explicación al por qué suceden y cómo suceden los hechos cotidianos es alcanzar una explicación, o bien una interpretación del diario vivir.




La semiótica como herramienta nos permite descubrir entre líneas lo que los otros te dicen, hacen y viven. Con ella, entras a un mundo de ver y descubrir poco a poco lo que los otros esconden en un discurso que comenta sin recato y sin reticencia su pensamiento. A través del texto hablado fonéticamente puedes comprender los contextos referenciales de lo que te dijeron y te quisieron decir. A través de la semiótica de las pasiones podemos identificar los componentes discursivos y epistemológicos a partir de las modelizaciones de la narratividad y de la organización actancial. Es observar al actante despojado de su envoltura psicológica y entrar a la condición de la acción.

A partir de las formas narrativas podemos visualizar y analizar las variaciones culturales, la articulación del hablar con un sentido de significación. Al analizar los textos y contextos de la acción, nos situamos en posición de sujeto cognoscente, como operadores frente a las estructuras elementales ante un espacio del mundo congnoscible. En este sentido, el sujeto que realiza el análisis, se encuentra en un estado de construcción teórica que únicamente conoce y categoriza a costa de un horizonte de sentido.

A partir de una lógica del lenguaje, se comprende que la lengua es un hecho social, así como una manifestación del pensamiento de lo humano, es un discurso, en la vida captada y escenificada como discurso, confluyendo en un estar-ser.
En este sentido la semiótica de la vida cotidiana, pone de manifiesto, la descripción de las estructuras inmanentes y construye los simulacros y precondiciones de la manifestación de sentido del ser, de la práctica histórica y cultural, las cuales se transforman en estereotipos y que son devueltas a través de la lengua para aceptarse en la cultura.

La semiótica de la vida cotidiana está inmersa en la vida hogareña, en el campo laboral, en la vida pasional, en los spots publicitarios, en la cocina del amor y del desamor. En toda la actividad humana que trasciende. Es la escena como estrategia conceptual vista desde la semiótica con la universalidad que la reviste, misma que permite advertir los cambios que la sociedad opera. Es observar no a partir de una teoría homogénea, sino de reconstruir y comprender el funcionamiento de cada una de las partes del sistema con las ciencias de la sociedad.Como ejemplo, de aquí en adelante, hablaremos de los nuevos tipos de familias y cómo las hemos significado, cómo se han significado sus relaciones sociales y sus luchas por el diario vivir.

Hoy en día, las relaciones familiares y los ritos en el seno de la casa han cambiado, no de manera sustancial pero los procesos significativos que se dan en los vínculos establecidos en la “sana convivencia” sí. Son otros sistemas de comunicación y de significación, la misma sociedad los ha reconocido siempre, pero ahora, la tipología los ha colocado en sitios diferentes en la organización social. Empecemos por identificar la existencia de una nueva nomenclatura en la estructura familiar en México: Familias reconstruidas.
Estas formas de convivencia son aquellas en la que alguno de los miembros o los dos ya estuvieron casados legalmente, o mantuvieron una relación de pareja en la que se cuenta con hijos. En el caso de los hombres era más común la aceptación de que existía la casa chica, y era un secreto a voces en la familia, la existencia de medios hermanos, y la no aclaración de situaciones personales del padre, ni había convivencia con ellos en la mayoría de los casos, la catedral era la catedral y las mujeres aceptaban la situación por múltiples razones que no vamos a aclarar para dejarlas en otra ponencia.

Lo anterior, lo podemos documentar en la Época de Oro del Cine Mexicano, con los grandes mitos reforzadores de las construcciones sociales, ya que tuvimos a Dolores del Río, Arturo de Córdova, Pedro Infante, Jorge Negrete, interpretando en películas como Las abandonadas( 1944), la otra (1946), sólo por mencionar algunos actores y algunas películas, los patrones culturales que anteriormente comenté. Con una actriz como Dolores del Río que fue la primera mujer de pómulos que realzan el rostro, de pureza de trazo, de lejanía psicológica marcada con las buenas costumbres, de disposición sacrificable al mando de emociones legítimas, llanto, sumisión, arrepentimiento, súplica.

El caso de las mujeres, la aceptación de rehacer la vida ha significado llegar con sus hijos a una nueva relación, y además, aceptar emocionalmente a los hijos de la nueva pareja para establecer vínculos amorosos para ellas, y con ello, tener cubiertas necesidades sociales, sexuales y emocionales (significativamente, se llaman ganancias secundarias). En la actualidad este tipo de relaciones son cada vez más cotidianas en los diferentes estratos sociales, en las clases altas estos cambios ya tienen décadas de existencia, pero en las clases medias y bajas, está ha ido aumentando de manera considerable, ya que se visualizan con frecuencia en todos los espacios institucionales como sería la escuela, los centros hospitalarios o el trabajo.

Podemos encontrar a hijos comunes de una relación en el mismo centro educativo, asimilarse como hermanos vinculados por sus padres y la aceptación de apoyos mutuos en el ambiente escolar. Al vivir en la cotidianidad, estas familias enfrentan retos que les significan cambios y aceptaciones, entre ellos, la de tratar las pérdidas y elaborar duelos de la relación familiar anterior. Es importante la regeneración para las personas implicadas (hijos y progenitores), regenerarse nuevas expectativas tanto profesionales como personales y cerrar los ciclos que aún están abiertos e iniciar una nueva etapa de su vida.

En el caso de los hijos, se considera necesario identificar que los cambios tienen que ver con la personalidad de cada uno de ellos, y consisten en las motivaciones derivadas del consciente-volitivo, es decir, estar consciente de la situación, de los cambios sustanciales que se van a realizar y de identificar un inventario de nuestros recursos materiales y emocionales para transformarse en sujetos activos en ese proceso de cambio.
Esta etapa es un proceso que no es fácil sobre todo si son chicos o chicas pequeñas o bien adolescentes, y que el cambio sobrevino de manera sorpresiva. Cuando la ruptura de sus padres consanguíneos se dio de manera violenta y en la que tuvieron significaciones introyectadas sin resolución emocional, también, es necesario trabajar sus emociones y de manera consciente aceptar lo que les corresponde. No tratar de resolver ni la vida de la madre o el padre. Se trata de visualizar su propia vida y asimilar los nuevos espacios en los que se va a desarrollar de aquí en adelante. Todo a partir de una comunicación significativa.

La parte volitiva, tiene que ver con la voluntad de los individuos y comprende tres momentos: deliberación, decisión y ejecución de los cambios profundos. En la deliberación es un momento crucial, ya que en esta etapa se reflexiona y se dota de valor a los cambios, es decir, se significan los cambios en la vida cotidiana, se inicia la etapa de aceptación voluntariamente, cambiar lo que se puede, y aceptar lo que no podemos cambiar. En la etapa de decisión, se toman los caminos de solución que mediante la reflexión se establecieron y en la ejecución, las acciones toman forma en conductas asertivas o actitudes diferentes.

Para lograr este cometido, los participantes de las nuevas familias reconstruidas, tienen que visualizar una unidad entre el conocimiento y una necesidad imperiosa de afecto. Qué decimos, bueno que, las circunstancias para aceptar cambios profundos tienen que ver con la función reguladora del conocimiento, la madurez psicológica y de la capacidad personalizada para brindar afecto que tienen los integrantes de estas familias.

El conocimiento viene del mundo exterior y lo introducimos hacia nuestro comportamiento interno, podríamos decir que son los modelajes de nuestras familias de origen y que construyen la convicción, la autovaloración, los ideales como impulsores de la motivación de la existencia humana y otros mecanismos psicosociales que dan sustento a la personalidad. Es la forma en que fuimos significados por nuestros padres, abuelos parentales, la cultura familiar y la social de nuestro entorno, los usos y costumbres de la colonia, barrio o ciudad con la que construimos nuestra formación primaria, nuestra infancia. Aquí podemos ejemplificar con la música que nos formó, esa música popular y que fue parte de los reforzamientos ideológicos y de la clase a la que pertenezcamos.

Estos factores tienen que ver con el logro de una autonomía personal funcional en situaciones cotidianas nuevas. Forman parte del carácter esencial para la aspiración y expresan de manera inequívoca las potencialidades esenciales de logros.

Para poder desarrollar un vínculo emocional sólido con la nueva pareja, en el caso de estas familias reconstruidas, es necesario que enfrenten una gran variedad de problemas. Y en la capacidad de resolverlos y dejar claros acuerdos, es que van a encontrar nuevas formas de convivencia y de reforzamiento en sus lazos amorosos. Los problemas de los que hablábamos se encuentran los del territorio, roles y autoridad, económicos y legales, así como sociales.

En el mismo contexto, las familias reconstruidas pierden objetos, personas y cosas por el trayecto de la vida, fotografías familiares, muebles significativos, algunos muebles podemos encontrar que no tienen su par, como es el caso del buró o los tapetes de la recámara, se acomodan los muebles de manera diferente, se acostumbran a los ruidos nuevos, se pierden también, amigos que se fueron con la contraparte o los que se quedaron. Se pierde la relación con la familia del exconyuge, por ejemplo, y hay que elaborar duelos por cada una de esas pérdidas.

Los que forman familias reconstruidas tienen que elaborar una gran diversidad de duelos y enfrentar problemas, más vale solidificar el vínculo tanto amoroso como emocional, nutrir la relación a partir de la comunicación profunda y de dotar de sentido la nueva vida que se está impulsando.

En cuanto a la resolución de problemas, los hay de territorio (dónde van vivir la nueva familia, en la casa de él o ella, si hay espacio para todos los objetos de la relación anterior; cómo van a dividir esos espacios; van a mezclarse las camas de los hermanastros; si nace un nuevo bebé; dónde van a dormir, qué va a pasar con las áreas comunes; en cuanto a los roles de autoridad (quien va a mandar, quién lleva a los niños a la escuela, quién da los permisos y cómo se maneja la disciplina), económicos y legales (se casan legalmente o no, cómo están los convenios de divorcios anteriores; quién paga las colegiaturas, los gastos médicos, quién maneja el dinero), así como sociales, dónde pasarán las navidades y años nuevos, las vacaciones, sólo por mencionar algunos. Y para ejemplificar lo anterior, los remito a ver la película Los amantes del círculo polar.

Enfrentar estos desafíos siempre es a través de la contención de los afectos entre los miembros, sobre todo los negativos, de la habilidad para negociar y llegar a acuerdos entre todos, además de resolver el trabajo doméstico y que se realice en subgrupos o subsistemas.

En estas nuevas familias la necesidad de elaborar reglas familiares por subsistemas, ya sea por lugar de residencia, conyugales, padre/madre e hijos biológicos por funciones parentales o fraternales, padrastro/ madrastra con hijastros/hijastra, abuelos con externos o exnueras, y de excónyuges, es una solución. Es establecer una comunicación para que signifique la relación.

Dentro de los problemas más frecuentes en las familias reconstruidas son las de los duelos no resueltos, aquellas heridas emocionales que no se han trabajado ni en terapia ni con la comadre ni con el amigo. Uno de ellos, y que representa un problema frecuente, es la intromisión de los excónyuges con el fin de continuar ejerciendo poder o control sobre hijos o expareja, lo anterior, por no permitir aceptarse pasar los domingos silenciosos, quietos sin cuerpo a lado, sin ropa de hombre o mujer en el clóset, sin caricias, sin peleas, sin tapetes gemelos.

Las amenazas de una nueva separación en la familia reconstruida, aparece como fantasma que vaga por la casa, por los no acuerdos y no aceptaciones a las nuevas reglas, por inmadurez emocional de algunos de los miembros y, precisamente, por esos duelos no resueltos descritos anteriormente. Estas amenazas hacen que los pleitos por cuestiones de dinero, espacios o bien, las entradas y salidas de los hijos, se vuelvan conflictos mayores que necesitan resolverse. En la vida cotidiana se revuelvan emociones y los comportamientos entarimados de unos en otros. A veces por no decir y determinar con quién van a vivir los hijos o planear los tiempos, se hacen huracanes en las familias.

El que haya una autoridad distinta sobre los hijos diferentes son amenazas que con frecuencia aparecen y hacen trizas los intentos de una nueva relación. Los celos de los hijos sobre todo, cuando se esfuerzan por disolver el nuevo matrimonio con la esperanza fantasiosa de reunir a sus padres de origen.
Los celos parentales por las alianzas entre los hijos y el desdibujamiento de las fronteras sexuales entre los miembros de las familias, (problemas de incesto entre los hijastros) hacen que las familias reconstruidas estén al acecho de las normas y no resuelvan con comunicación e información clara y precisa todos los tabúes que se han formado por la ideología y los prejuicios sociales.

En el caso de las parejas iniciales, los hijos crecen aceptando a los padres aún con los defectos que les reconocen, en cambio, en las reconstruidas los hijos no eligen al nuevo cónyuge y esa sola explicación hace las relaciones intrapersonales diferentes, no es el padre o la madre es la pareja de mamá o papá, la estructura gramatical y los adjetivos son distintos semánticamente.

Otra constante en las parejas son las expectativas que se formulan con respecto a la pareja. Se desea un compañero fiel, amante exclusivo, sostén constante contra el mundo, compañía contra la soledad, panacea contra el caos, “hasta que la muerte nos separe”, vida sexual estable y segura, procreación de hijos, casa familiar incluyendo mascotas, un hogar como refugio, un aposición social, una imagen protectora, un trabajo en equipo, una cobertura respetable para los impulsos agresivos.

Esto es, depositarle a la otra persona muchas expectativas. Un peligro es creer que mis expectativas son una obligación de la pareja, creer lo anterior nos lleva a una trampa sin salida, ya que la gente empieza a decirse a si misma. “ si tú realmente me quieres, deberías satisfacer mis deseos y expectativas y contener mis miedos y angustias, responder a mis demandas, en la forma y en el momento que quiero y espero, y además sin que tenga que decírtelo”

Las ganancias de las nuevas parejas es aprender a perdonar a través de otra relación, aprender de la experiencia, ejercer la humildad y la pérdida de la omnipotencia, tener mayor capacidad reflexiva y comprensión, ser tolerante, ser flexible y creativo, saber enfrentar las crisis inevitables y, sobre todo, conservar el sentido del humor.

¿Qué tiene que ver todo lo anterior con la Comunicación? ¿Cómo podemos utilizar estos recursos de vida cotidiana en la producción de mensajes que, además de tener un plus de venta en los servicios o productos. Podamos apoyar en la construcción de esas nuevas familias? Alguien podrá decir que esta ponencia es sólo reflexión, pero considero que el análisis aquí vertido se puede utilizar de manera creativa y los recursos de interpretación que tenemos a la vista también, para construir mensajes que significativamente están presentes en la vida cotidiana. La sociedad se puede identificar con lo descrito, porque es vida cotidiana. Ya no podemos seguir visualizando estereotipos que han caducado en la publicidad, en las telenovelas, en el cine o teatro, reiniciemos una nueva etapa de la sociedad, donde han cambiado las familias, las costumbres y las formas de vivir en pareja.

Bibliografía
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