martes, mayo 08, 2007

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SEMIOTICA DE LA VIDA COTIDIANA
Por María Magdalena Ávila Lara.
Ponencia para el XIX Encuentro de la AMIC 30 abril 4 de mayo de 2007.
Inscribir en el Grupo 7. Discurso, semiótica y lenguaje

Resumen
La semiótica de la vida cotidiana es una parte de la semiótica de la acción, donde el área cognitiva de reflexión tiene un papel importante en la significación, cada uno de nosotros significa su quehacer cotidiano de acuerdo a los referentes construidos en su historia personal. Es desarticular los simulacros que armamos en la vida cotidiana, es darles explicación al por qué suceden y cómo suceden los hechos cotidianos es alcanzar una explicación, o bien una interpretación del diario vivir.




La semiótica como herramienta nos permite descubrir entre líneas lo que los otros te dicen, hacen y viven. Con ella, entras a un mundo de ver y descubrir poco a poco lo que los otros esconden en un discurso que comenta sin recato y sin reticencia su pensamiento. A través del texto hablado fonéticamente puedes comprender los contextos referenciales de lo que te dijeron y te quisieron decir. A través de la semiótica de las pasiones podemos identificar los componentes discursivos y epistemológicos a partir de las modelizaciones de la narratividad y de la organización actancial. Es observar al actante despojado de su envoltura psicológica y entrar a la condición de la acción.

A partir de las formas narrativas podemos visualizar y analizar las variaciones culturales, la articulación del hablar con un sentido de significación. Al analizar los textos y contextos de la acción, nos situamos en posición de sujeto cognoscente, como operadores frente a las estructuras elementales ante un espacio del mundo congnoscible. En este sentido, el sujeto que realiza el análisis, se encuentra en un estado de construcción teórica que únicamente conoce y categoriza a costa de un horizonte de sentido.

A partir de una lógica del lenguaje, se comprende que la lengua es un hecho social, así como una manifestación del pensamiento de lo humano, es un discurso, en la vida captada y escenificada como discurso, confluyendo en un estar-ser.
En este sentido la semiótica de la vida cotidiana, pone de manifiesto, la descripción de las estructuras inmanentes y construye los simulacros y precondiciones de la manifestación de sentido del ser, de la práctica histórica y cultural, las cuales se transforman en estereotipos y que son devueltas a través de la lengua para aceptarse en la cultura.

La semiótica de la vida cotidiana está inmersa en la vida hogareña, en el campo laboral, en la vida pasional, en los spots publicitarios, en la cocina del amor y del desamor. En toda la actividad humana que trasciende. Es la escena como estrategia conceptual vista desde la semiótica con la universalidad que la reviste, misma que permite advertir los cambios que la sociedad opera. Es observar no a partir de una teoría homogénea, sino de reconstruir y comprender el funcionamiento de cada una de las partes del sistema con las ciencias de la sociedad.Como ejemplo, de aquí en adelante, hablaremos de los nuevos tipos de familias y cómo las hemos significado, cómo se han significado sus relaciones sociales y sus luchas por el diario vivir.

Hoy en día, las relaciones familiares y los ritos en el seno de la casa han cambiado, no de manera sustancial pero los procesos significativos que se dan en los vínculos establecidos en la “sana convivencia” sí. Son otros sistemas de comunicación y de significación, la misma sociedad los ha reconocido siempre, pero ahora, la tipología los ha colocado en sitios diferentes en la organización social. Empecemos por identificar la existencia de una nueva nomenclatura en la estructura familiar en México: Familias reconstruidas.
Estas formas de convivencia son aquellas en la que alguno de los miembros o los dos ya estuvieron casados legalmente, o mantuvieron una relación de pareja en la que se cuenta con hijos. En el caso de los hombres era más común la aceptación de que existía la casa chica, y era un secreto a voces en la familia, la existencia de medios hermanos, y la no aclaración de situaciones personales del padre, ni había convivencia con ellos en la mayoría de los casos, la catedral era la catedral y las mujeres aceptaban la situación por múltiples razones que no vamos a aclarar para dejarlas en otra ponencia.

Lo anterior, lo podemos documentar en la Época de Oro del Cine Mexicano, con los grandes mitos reforzadores de las construcciones sociales, ya que tuvimos a Dolores del Río, Arturo de Córdova, Pedro Infante, Jorge Negrete, interpretando en películas como Las abandonadas( 1944), la otra (1946), sólo por mencionar algunos actores y algunas películas, los patrones culturales que anteriormente comenté. Con una actriz como Dolores del Río que fue la primera mujer de pómulos que realzan el rostro, de pureza de trazo, de lejanía psicológica marcada con las buenas costumbres, de disposición sacrificable al mando de emociones legítimas, llanto, sumisión, arrepentimiento, súplica.

El caso de las mujeres, la aceptación de rehacer la vida ha significado llegar con sus hijos a una nueva relación, y además, aceptar emocionalmente a los hijos de la nueva pareja para establecer vínculos amorosos para ellas, y con ello, tener cubiertas necesidades sociales, sexuales y emocionales (significativamente, se llaman ganancias secundarias). En la actualidad este tipo de relaciones son cada vez más cotidianas en los diferentes estratos sociales, en las clases altas estos cambios ya tienen décadas de existencia, pero en las clases medias y bajas, está ha ido aumentando de manera considerable, ya que se visualizan con frecuencia en todos los espacios institucionales como sería la escuela, los centros hospitalarios o el trabajo.

Podemos encontrar a hijos comunes de una relación en el mismo centro educativo, asimilarse como hermanos vinculados por sus padres y la aceptación de apoyos mutuos en el ambiente escolar. Al vivir en la cotidianidad, estas familias enfrentan retos que les significan cambios y aceptaciones, entre ellos, la de tratar las pérdidas y elaborar duelos de la relación familiar anterior. Es importante la regeneración para las personas implicadas (hijos y progenitores), regenerarse nuevas expectativas tanto profesionales como personales y cerrar los ciclos que aún están abiertos e iniciar una nueva etapa de su vida.

En el caso de los hijos, se considera necesario identificar que los cambios tienen que ver con la personalidad de cada uno de ellos, y consisten en las motivaciones derivadas del consciente-volitivo, es decir, estar consciente de la situación, de los cambios sustanciales que se van a realizar y de identificar un inventario de nuestros recursos materiales y emocionales para transformarse en sujetos activos en ese proceso de cambio.
Esta etapa es un proceso que no es fácil sobre todo si son chicos o chicas pequeñas o bien adolescentes, y que el cambio sobrevino de manera sorpresiva. Cuando la ruptura de sus padres consanguíneos se dio de manera violenta y en la que tuvieron significaciones introyectadas sin resolución emocional, también, es necesario trabajar sus emociones y de manera consciente aceptar lo que les corresponde. No tratar de resolver ni la vida de la madre o el padre. Se trata de visualizar su propia vida y asimilar los nuevos espacios en los que se va a desarrollar de aquí en adelante. Todo a partir de una comunicación significativa.

La parte volitiva, tiene que ver con la voluntad de los individuos y comprende tres momentos: deliberación, decisión y ejecución de los cambios profundos. En la deliberación es un momento crucial, ya que en esta etapa se reflexiona y se dota de valor a los cambios, es decir, se significan los cambios en la vida cotidiana, se inicia la etapa de aceptación voluntariamente, cambiar lo que se puede, y aceptar lo que no podemos cambiar. En la etapa de decisión, se toman los caminos de solución que mediante la reflexión se establecieron y en la ejecución, las acciones toman forma en conductas asertivas o actitudes diferentes.

Para lograr este cometido, los participantes de las nuevas familias reconstruidas, tienen que visualizar una unidad entre el conocimiento y una necesidad imperiosa de afecto. Qué decimos, bueno que, las circunstancias para aceptar cambios profundos tienen que ver con la función reguladora del conocimiento, la madurez psicológica y de la capacidad personalizada para brindar afecto que tienen los integrantes de estas familias.

El conocimiento viene del mundo exterior y lo introducimos hacia nuestro comportamiento interno, podríamos decir que son los modelajes de nuestras familias de origen y que construyen la convicción, la autovaloración, los ideales como impulsores de la motivación de la existencia humana y otros mecanismos psicosociales que dan sustento a la personalidad. Es la forma en que fuimos significados por nuestros padres, abuelos parentales, la cultura familiar y la social de nuestro entorno, los usos y costumbres de la colonia, barrio o ciudad con la que construimos nuestra formación primaria, nuestra infancia. Aquí podemos ejemplificar con la música que nos formó, esa música popular y que fue parte de los reforzamientos ideológicos y de la clase a la que pertenezcamos.

Estos factores tienen que ver con el logro de una autonomía personal funcional en situaciones cotidianas nuevas. Forman parte del carácter esencial para la aspiración y expresan de manera inequívoca las potencialidades esenciales de logros.

Para poder desarrollar un vínculo emocional sólido con la nueva pareja, en el caso de estas familias reconstruidas, es necesario que enfrenten una gran variedad de problemas. Y en la capacidad de resolverlos y dejar claros acuerdos, es que van a encontrar nuevas formas de convivencia y de reforzamiento en sus lazos amorosos. Los problemas de los que hablábamos se encuentran los del territorio, roles y autoridad, económicos y legales, así como sociales.

En el mismo contexto, las familias reconstruidas pierden objetos, personas y cosas por el trayecto de la vida, fotografías familiares, muebles significativos, algunos muebles podemos encontrar que no tienen su par, como es el caso del buró o los tapetes de la recámara, se acomodan los muebles de manera diferente, se acostumbran a los ruidos nuevos, se pierden también, amigos que se fueron con la contraparte o los que se quedaron. Se pierde la relación con la familia del exconyuge, por ejemplo, y hay que elaborar duelos por cada una de esas pérdidas.

Los que forman familias reconstruidas tienen que elaborar una gran diversidad de duelos y enfrentar problemas, más vale solidificar el vínculo tanto amoroso como emocional, nutrir la relación a partir de la comunicación profunda y de dotar de sentido la nueva vida que se está impulsando.

En cuanto a la resolución de problemas, los hay de territorio (dónde van vivir la nueva familia, en la casa de él o ella, si hay espacio para todos los objetos de la relación anterior; cómo van a dividir esos espacios; van a mezclarse las camas de los hermanastros; si nace un nuevo bebé; dónde van a dormir, qué va a pasar con las áreas comunes; en cuanto a los roles de autoridad (quien va a mandar, quién lleva a los niños a la escuela, quién da los permisos y cómo se maneja la disciplina), económicos y legales (se casan legalmente o no, cómo están los convenios de divorcios anteriores; quién paga las colegiaturas, los gastos médicos, quién maneja el dinero), así como sociales, dónde pasarán las navidades y años nuevos, las vacaciones, sólo por mencionar algunos. Y para ejemplificar lo anterior, los remito a ver la película Los amantes del círculo polar.

Enfrentar estos desafíos siempre es a través de la contención de los afectos entre los miembros, sobre todo los negativos, de la habilidad para negociar y llegar a acuerdos entre todos, además de resolver el trabajo doméstico y que se realice en subgrupos o subsistemas.

En estas nuevas familias la necesidad de elaborar reglas familiares por subsistemas, ya sea por lugar de residencia, conyugales, padre/madre e hijos biológicos por funciones parentales o fraternales, padrastro/ madrastra con hijastros/hijastra, abuelos con externos o exnueras, y de excónyuges, es una solución. Es establecer una comunicación para que signifique la relación.

Dentro de los problemas más frecuentes en las familias reconstruidas son las de los duelos no resueltos, aquellas heridas emocionales que no se han trabajado ni en terapia ni con la comadre ni con el amigo. Uno de ellos, y que representa un problema frecuente, es la intromisión de los excónyuges con el fin de continuar ejerciendo poder o control sobre hijos o expareja, lo anterior, por no permitir aceptarse pasar los domingos silenciosos, quietos sin cuerpo a lado, sin ropa de hombre o mujer en el clóset, sin caricias, sin peleas, sin tapetes gemelos.

Las amenazas de una nueva separación en la familia reconstruida, aparece como fantasma que vaga por la casa, por los no acuerdos y no aceptaciones a las nuevas reglas, por inmadurez emocional de algunos de los miembros y, precisamente, por esos duelos no resueltos descritos anteriormente. Estas amenazas hacen que los pleitos por cuestiones de dinero, espacios o bien, las entradas y salidas de los hijos, se vuelvan conflictos mayores que necesitan resolverse. En la vida cotidiana se revuelvan emociones y los comportamientos entarimados de unos en otros. A veces por no decir y determinar con quién van a vivir los hijos o planear los tiempos, se hacen huracanes en las familias.

El que haya una autoridad distinta sobre los hijos diferentes son amenazas que con frecuencia aparecen y hacen trizas los intentos de una nueva relación. Los celos de los hijos sobre todo, cuando se esfuerzan por disolver el nuevo matrimonio con la esperanza fantasiosa de reunir a sus padres de origen.
Los celos parentales por las alianzas entre los hijos y el desdibujamiento de las fronteras sexuales entre los miembros de las familias, (problemas de incesto entre los hijastros) hacen que las familias reconstruidas estén al acecho de las normas y no resuelvan con comunicación e información clara y precisa todos los tabúes que se han formado por la ideología y los prejuicios sociales.

En el caso de las parejas iniciales, los hijos crecen aceptando a los padres aún con los defectos que les reconocen, en cambio, en las reconstruidas los hijos no eligen al nuevo cónyuge y esa sola explicación hace las relaciones intrapersonales diferentes, no es el padre o la madre es la pareja de mamá o papá, la estructura gramatical y los adjetivos son distintos semánticamente.

Otra constante en las parejas son las expectativas que se formulan con respecto a la pareja. Se desea un compañero fiel, amante exclusivo, sostén constante contra el mundo, compañía contra la soledad, panacea contra el caos, “hasta que la muerte nos separe”, vida sexual estable y segura, procreación de hijos, casa familiar incluyendo mascotas, un hogar como refugio, un aposición social, una imagen protectora, un trabajo en equipo, una cobertura respetable para los impulsos agresivos.

Esto es, depositarle a la otra persona muchas expectativas. Un peligro es creer que mis expectativas son una obligación de la pareja, creer lo anterior nos lleva a una trampa sin salida, ya que la gente empieza a decirse a si misma. “ si tú realmente me quieres, deberías satisfacer mis deseos y expectativas y contener mis miedos y angustias, responder a mis demandas, en la forma y en el momento que quiero y espero, y además sin que tenga que decírtelo”

Las ganancias de las nuevas parejas es aprender a perdonar a través de otra relación, aprender de la experiencia, ejercer la humildad y la pérdida de la omnipotencia, tener mayor capacidad reflexiva y comprensión, ser tolerante, ser flexible y creativo, saber enfrentar las crisis inevitables y, sobre todo, conservar el sentido del humor.

¿Qué tiene que ver todo lo anterior con la Comunicación? ¿Cómo podemos utilizar estos recursos de vida cotidiana en la producción de mensajes que, además de tener un plus de venta en los servicios o productos. Podamos apoyar en la construcción de esas nuevas familias? Alguien podrá decir que esta ponencia es sólo reflexión, pero considero que el análisis aquí vertido se puede utilizar de manera creativa y los recursos de interpretación que tenemos a la vista también, para construir mensajes que significativamente están presentes en la vida cotidiana. La sociedad se puede identificar con lo descrito, porque es vida cotidiana. Ya no podemos seguir visualizando estereotipos que han caducado en la publicidad, en las telenovelas, en el cine o teatro, reiniciemos una nueva etapa de la sociedad, donde han cambiado las familias, las costumbres y las formas de vivir en pareja.

Bibliografía
Algirdas, J. Greimas y Jacques Fontanille. Semiótica de las pasiones. De los estados de las cosas a los estados de ánimo. Siglo XXI México 2002.
D. Liberman, R.F.B de Pondetti, I Miravent y M Waserman Semiótica y psicoanálisis de niños. Amorrortu Buenos Aires 1984
Eco Humberto. Semiótica y filosofía del lenguaje. Lumen Tercera Edición Barcelona. 1984
Kornblit Analía Semiótica de las relaciones Familiares. Paidos Comunicación. Buenos Aires 1984.

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